El gabinete de seguridad de Israel aprobó esta semana por unanimidad un plan militar que podría marcar un punto de inflexión en Gaza: abandonar la estrategia de incursiones puntuales y avanzar hacia la ocupación permanente de la Franja. Según explicó el primer ministro Benjamín Netanyahu, el nuevo enfoque implica la conquista por fases de la región palestina y la presencia indefinida de tropas en las zonas ocupadas —incluso si Hamás entregase a los rehenes que aún retiene—. El proyecto, llamado “Los carros de Gedeón” —una referencia al líder militar israelita guiado por Dios en el relato bíblico para derrotar al enemigo—, ya moviliza a decenas de miles de reservistas y tiene como modelo la ciudad de Rafah, prácticamente desierta tras su toma militar. Este movimiento augura un nuevo desplazamiento masivo de la población gazatí hacia zonas cada vez más reducidas, en un momento donde más del 69% del territorio de Gaza ya resulta inaccesible para los civiles, según datos de la ONU.

Además, Israel ha aprobado un nuevo plan de distribución de ayuda humanitaria que militariza por completo el acceso a los alimentos, medicinas y combustible, bloqueados desde hace más de dos meses. La medida, rechazada por las agencias de Naciones Unidas, establecerá centros de reparto controlados por el Ejército y empresas de seguridad privadas, donde también participarían agencias humanitarias. Las autoridades justifican esta estrategia como un método para impedir que Hamás se beneficie de los suministros. A nivel internacional, el plan ha generado reacciones inmediatas: los hutíes de Yemen han prometido un “bloqueo aéreo total” contra Israel y ya han lanzado misiles contra el aeropuerto Ben Gurión, lo que ha llevado a numerosas aerolíneas internacionales a suspender vuelos a Tel Aviv. Netanyahu, por su parte, ha prometido represalias tanto contra los hutíes como contra Irán, agravando aún más el riesgo de una escalada regional.