En medio de un contexto de inestabilidad mundial —y regional—, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inició esta semana una ambiciosa gira por Oriente Medio para lograr acuerdos multimillonarios. En su primer destino, Arabia Saudí, el líder estadounidense firmó contratos por valor de 600.000 millones de dólares que abarcan sectores como defensa, energía y tecnología. Entre ellos destaca la histórica venta de equipamiento militar por valor de 142.000 millones de dólares, así como la participación de empresas como Google, AMD, Uber y Salesforce en proyectos conjuntos. Trump también expresó su deseo de avanzar en la normalización de relaciones entre Riad e Israel, aunque sin visitar este último país, lo que ha generado algunas tensiones diplomáticas. No fue el único acuerdo que gestionó en la región. Trump también acordó el miércoles la venta de 210 aviones de Boeing a Qatar Airways en su visita a Doha, además de una inversión de 1,4 billones de dólares que Emiratos Árabes Unidos realizará en Estados Unidos durante los próximos diez años. 

Mientras esto sucedía, Trump decidió también dar una tregua en otro de los muchos frentes que tiene abiertos: la guerra comercial con China. Ambas potencias acordaron esta semana reducir de forma sustancial los aranceles mutuos, rebajando los gravámenes estadounidenses sobre productos chinos del 145% al 30%, y los chinos sobre importaciones estadounidenses del 125% al 10%. Aunque se mantienen ciertos aranceles sobre sectores estratégicos como el automóvil y el acero, las conversaciones fueron calificadas de “sinceras, profundas y constructivas” por ambas partes. Este acercamiento, que incluye la creación de un mecanismo permanente de consulta económica y comercial, representa un cambio de rumbo tras varias semanas de tensiones comerciales y proteccionismo mutuo.