Al menos cuarenta personas, entre ellas doce niños y niñas, murieron este miércoles al naufragar la embarcación metálica en la que viajaban frente a las costas de Mahdia, en el este de Túnez. A bordo del precario barco con el que intentaban alcanzar Europa iban otras treinta personas que fueron rescatadas con vida por la Guardia Costera. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) detalló que entre los fallecidos había 9 mujeres, 19 hombres y 12 pequeños menores de cinco años. Este es el último capítulo de una sangría que ya ha terminado con la vida de más de 25.000 personas desde que se comenzaron a registrar las muertes en el Mediterráneo en 2014, según los datos de la OIM, aunque la cifra real puede ser mucho mayor.
En los últimos años Túnez se ha convertido en uno de los principales puertos de salida de personas que buscan refugio en Europa. El número, no obstante, ha descendido debido al pacto migratorio firmado por la Unión Europea con Túnez en 2023, que supone en la práctica la cesión del control de sus fronteras. La UE mantiene pactos similares con otros Estados, como Libia, que vulneran sistemáticamente los derechos humanos a cambio de financiación. Pese a los intentos por levantar un muro contra la migración, miles de personas siguen echándose al Mediterráneo cada año para intentar llegar al continente. En este contexto, la ruta balear ha tomado fuerza en los últimos meses. En el último año, más de 6.000 personas han llegado a las costas baleares, lo que representa un aumento del 75% respecto al año anterior.
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