La tensión entre Estados Unidos y Venezuela ha vuelto a escalar esta semana. El jueves, Donald Trump amenazó con empezar a detener “muy pronto” a narcotraficantes de Venezuela también por tierra. Estas declaraciones llegaron en medio de las especulaciones sobre una eventual intervención militar en Venezuela por parte de EEUU, que mantiene desplegados en barcos de guerra y miles de efectivos en aguas del Caribe próximas a ese país, en lo que oficialmente se presenta como operaciones antidrogas. El martes, varios bombarderos estadounidenses sobrevolaron aguas del Caribe y uno de ellos —que partió del portaaviones USS Gerald Ford, ubicado frente a las costas de Venezuela— entró en espacio aéreo venezolano sin autorización. Precisamente la semana pasada la Autoridad Federal de Aviación Civil de EEUU recomendó no volar en la zona y citó una amenaza de seguridad por la intensificación de la actividad militar, algo que llevó a varias aerolíneas —entre ellas Iberia— a suspender sus operaciones en el espacio aéreo venezolano. En respuesta, esta semana el Gobierno de Maduro les ha revocado sus derechos de tráfico aéreo.   

Desde su vuelta a la Casa Blanca, Trump ha acusado al régimen de Nicolás Maduro de enviar a miles de venezolanos a Estados Unidos de forma irregular, además de facilitar el envío de drogas mediante organizaciones criminales como el Tren de Aragua. Ello derivó en una campaña contra supuestas narcolanchas en aguas del Caribe, que hasta ahora ha terminado con la vida de al menos 80 personas. Maduro, en cambio, dice que estas acciones responden a una estrategia para echarle del poder. En el plano diplomático, Trump dejó el martes la puerta abierta a hablar con Maduro, mientras que el mandatario venezolano pidió el jueves a los miembros de las Fuerzas Aéreas que estén “alerta, listos y dispuestos” para luchar por la patria.