También puedes escuchar este podcast a través de nuestros canales de Spotify, Ivoox o Apple Podcast

El podcast mensual de 5W, que pilotaron Raül Flores y Núria Jar durante casi nueve temporadas y un centenar de episodios, ha sido un éxito desde el principio. Ahora este podcast se transforma y empieza una nueva era. Su nuevo nombre es Larga Distancia y será presentado por Javier Sánchez.

En Larga Distancia seguiremos poniendo el foco en rincones silenciados, países ignorados y lugares de los que todo el mundo habla pero que necesitan otra mirada. Lo haremos desde el rigor y la profundidad que nos caracteriza, pero con una novedad: además de escucharlo, podrás verlo en vídeo.

Hemos trabajado durante meses en este nuevo formato. Hace unas semanas preguntamos incluso a nuestra base de socios y socias por sus preferencias, y recibimos centenares de respuestas. Hemos tenido todas en cuenta y ahora lanzamos el episodio 0 de Larga Distancia, en el que dialogan dos referentes del periodismo: Jon Lee Anderson y Patricia Simón. Es un podcast con un libro detrás: Anderson y Simón son los protagonistas del número 10 de la colección Voces 5W. (Puedes suscribirte a 5W para recibirlo en casa de inmediato). 

Hace diez años dedicamos el primer episodio del podcast mensual a la mal llamada crisis de los refugiados. Una década después, el debate migratorio sigue muy presente, pero el mundo está inmerso en otras realidades que lo hacen más complejo de entender: el genocidio en Gaza, el rearme de Occidente, la guerra en Ucrania, el auge de los autoritarismos… 

En este episodio piloto hablamos de guerra, paz y periodismo con Simón y Anderson. Una abandera el periodismo con enfoque de derechos humanos, escribe sobre las consecuencias de la guerra, pero también sobre los caminos que llevan a la paz. El otro ha dedicado buena parte de su carrera a documentar los grandes conflictos posteriores a los atentados del 11-S y retratar a algunos de los personajes que han moldeado parte de la historia del siglo XX y principios del XXI.

Su diálogo es apasionante. Puedes verlo en nuestro canal de YouTube o escucharlo, como siempre, a través de nuestros canales de Spotify, Ivoox o Apple Podcast

Este podcast, como todo el periodismo que hacemos, es posible gracias a tu apoyo. Si te gusta y te apetece, háznoslo saber dejando algún comentario en cualquiera de nuestras plataformas y ayúdanos a llegar a más personas compartiéndolo en redes sociales. O de boca en boca.

¡Salud y periodismo!

Muy pronto se cumplirán diez años desde que 5W echó a andar: el 22 de septiembre de 2015 nacían nuestras crónicas de larga distancia. Hoy siguen siendo el corazón de lo que hacemos: pequeñas historias, grandes explicaciones; pero en esta década nos hemos hecho mayores y ya somos más que una revista: crónica, fotografía, podcast, actualidad, eventos, exposiciones, charlas… 

Y todo con una comunidad detrás, la que formáis personas como tú, que sois el pilar de esta revista. Sin vosotros y vosotras, 5W nunca habría sido posible. 

Próximamente compartiremos un balance de esta década, pero ahora queremos invitarte a celebrarla. 

El próximo 27 de septiembre haremos una fiesta en Barcelona en la que habrá periodismo y mucho más. Será una celebración abierta, un espacio de encuentro y celebración colectiva. 

  • Sábado 27 de septiembre,
  • Nau Bostik (c/ Ferrán Turné, 1-11), Barcelona. 

Horarios:

  • 12:00 – Acto: una década de 5w
  • 14:00 – Paella popular
  • 16:00 – Sobremesa y bingo 5W
  • 18:00 – FIESTA y periodismo música

Cuando la familia Hammad y Mikel Ayestaran nos propusieron la idea de este libro, no pensábamos que fuera posible hacerlo realidad tan rápidamente. Consideramos la posibilidad de buscar financiación para reunir los platos del ya famoso ‘Menú de Gaza’. Pensamos otras alternativas. Hasta que nos decidimos por la más obvia: el apoyo de la gente. Y ha sido ese empuje popular el que convertirá este proyecto de resistencia nacido en las redes sociales en libro. 

La campaña de micromecenazgo ha roto todas nuestras expectativas y ha logrado 119.830 euros gracias a 2.553 aportaciones. El libro se imprimirá entre noviembre y diciembre y será enviado a casa de los y las mecenas a partir del 15 de diciembre. Aunque la campaña ya está cerrada, aún puedes reservar tu ejemplar, que hemos puesto en preventa en nuestra tienda online

Os debíamos un mensaje completo de agradecimiento y una respuesta a todas las preguntas que nos han llegado durante estas semanas. Vamos a ello. 

Primero, un poco de contexto. 

‘Menú de Gaza’ es la respuesta de una familia de Gaza al uso del hambre como arma de guerra por parte de Israel. Una respuesta humilde, pero sobre todo llena de dignidad. Y de creatividad. Una respuesta a base de platos. El libro nace del trabajo conjunto del periodista Mikel Ayestaran, la familia Hammad y la revista 5W. Es un homenaje a la vida que resiste en Gaza a través de las recetas de una familia que abre la puerta de su casa para que veamos cómo es su vida cotidiana durante los meses más duros de la operación de venganza de Israel. Un proyecto de Instagram con decenas de miles de seguidores y galardonado con el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2025 que ahora se convierte en papel.

El libro recoge imágenes y recetas de centenares de platos de la familia Hammad, que en junio logró finalmente ser evacuada de Gaza y llegar a España. Resistencia a base de platos, muchos de ellos pilares de la gastronomía palestina que Amal, madre y cocinera, se empeñó en salvar pese a la falta de ingredientes. Aquí tienes más detalles sobre el proyecto.

Ahora vamos con los resultados de la campaña y con la hoja de ruta. Cuando lanzamos el proyecto, prometimos que el 15% de los ingresos de esta campaña irían a parar directamente a la familia en concepto de derechos de autor y como ayuda directa para afrontar esta nueva vida lejos de las bombas (los autores y autoras acostumbran a llevarse un 10% de la venta de un libro comercial). En total serían 17.974,5 euros. Como la campaña ha sido un éxito, hemos decidido ingresarles directamente 30.000 euros (más de un 25% del total recaudado). Otros 9.400 serán para la gestión de pagos y comisiones para la plataforma de crowdfunding. Invertiremos 33.000 euros en la impresión, 8.800 en los envíos y 3.500 en el diseño. Un total de 30.000 euros se destinarán al trabajo de elaboración de campaña, edición del libro, traducción, corrección, coordinación, etc. Aunque se ha negado a ello, también queremos pagar de esta partida por su trabajo a Mikel Ayestaran, quien, conste en acta, desde el principio se ha negado a recibir ni un solo euro. Todas las cantidades, tanto lo recaudado como lo gastos, están sujetas a IVA.

El libro también estará disponible en librerías cuando se imprima. La familia Hammad retendrá un 15% de los ingresos, en concepto de derechos de autor, en todas las ventas que se hagan en el futuro. Y estará encantada de que veáis sus fotografías y leáis sus recetas. 

Esta obra es extraordinaria y se sale de la línea de publicaciones de 5W: las revistas anuales y los libros de la colección Voces 5W. Por supuesto, la petición de Ayestaran y la familia lo exigía. Gaza duele. Nos conmueve la capacidad de resistencia de esta familia que empieza ahora una nueva vida en España, y con la que seguimos en contacto permanente. Uno de nuestros lemas es Pequeñas historias, grandes explicaciones. Esta es una pequeña historia que tiene lugar en el marco del crimen más grande de nuestro tiempo. Es un honor y una responsabilidad enorme ser la editorial que lleva estas recetas al papel. 

Salud y periodismo.

Ya es sábado y, como cada semana, arrancamos nuestro rickshaw para recorrer la actualidad internacional. Comenzamos con los ataques israelíes en Qatar y las reacciones diplomáticas que han suscitado; ponemos el foco en la grave situación en la región sudanesa de Darfur en medio de la cruenta guerra civil;, y repasamos el ataque ruso en Ucrania que, por primera vez, ha alcanzado un edificio gubernamental. La imagen de la semana muestra las protestas que han forzado la dimisión del primer ministro en Nepal. También nos detenemos en Brasil, Francia, Estados Unidos y Argentina.

Antes de empezar, te recordamos que ya está aquí el número 10 de la colección Voces 5W, ‘Guerra, paz y periodismo’: un libro-diálogo en el que los periodistas Jon Lee Anderson y Patricia Simón reflexionan, a lo largo de 146 páginas, sobre los rostros del poder, la ola reaccionaria que sacude al mundo y las propuestas para construir sociedades más democráticas. ¡Hazte socio/a para recibirlo!

En el mundo, 1 de cada 4 personas viven sin agua potable gestionada de forma. Cerca de 1.000 niños mueren diariamente debido a la insalubridad del agua. 2.000 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos de higiene.

Son datos de la última publicación de ONU-AGUA, el mecanismo de coordinación de Naciones Unidas en temas de agua y saneamiento. Las cifras son alarmantes y, a menudo, están ligadas a causas relacionadas con la mano del hombre, como por ejemplo, el aumento de la demanda hídrica, la sobreexplotación de reservas naturales, la contaminación o la mala gestión de estas, el pésimo estado de las infraestructuras o la crisis climática, que provoca cada vez lluvias más imprevisibles y torrenciales, y sequías más frecuentes y duraderas. Pero en la larga lista de causas evitables, hay una especialmente macabra: el uso del agua como arma de guerra.

En el podcast de este mes, hablamos del impacto que tiene la escasez de agua en el mundo con Pedro Arrojo-Agudo, relator especial de Naciones Unidas sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento; Jocelyn Lance, Coordinador de Respuesta Rápida a Emergencias del Departamento de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la UE; Monica García Prieto, periodista; Kayed Hammad, fixer en Gaza que fue evacuado hace unas semanas a España desde el norte de la Franja.

Un podcast de Javier Sánchez. El montaje musical es de ROAD AUDIO.

Recuerda que puedes escuchar todos nuestros monográficos en el espacio podcast mientras navegas por la web, o descargarlos a través de las principales plataformas como Spotify, Ivoox o Apple Podcast.

Este podcast nace de una colaboración con el Departamento de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea.

Los incendios son noticia de verano y se olvidan en invierno. Pero los que están devorando centenares de miles de hectáreas en España tienen una dimensión desconocida hasta ahora, tan difícil de calibrar como desoladora, porque todo apunta a que en el futuro se repetirán —con más fuerza incluso y conquistando otras épocas del año, si no se toman medidas.

Cuando el fotógrafo Brais Lorenzo (Ourense, 1986) empezó a documentar los incendios en su Galicia natal, hace ya catorce años, un incendio que arrasara 300 o 500 hectáreas era ya considerado “un gran incendio forestal”. Durante las últimas semanas, Lorenzo ha estado recorriendo la provincia de Ourense, una de las más afectadas de España, donde hubo activos varios megaincendios que quemaron más de 10.000 hectáreas cada uno. El mayor de ellos, originado en Larouco, supera las 30.000 hectáreas calcinadas. 

“No somos conscientes de lo que ha sucedido. Y se veía venir”, dice el fotógrafo, que tiene un proyecto de larga distancia bajo el título Tierra quemada.  

Se mezclan muchos elementos en estos incendios llamados de “sexta generación”. El abandono rural, tan visible en algunas partes de Galicia dedicadas antes a la ganadería y la agricultura. La endeble gestión forestal de ese territorio y la acumulación de maleza. El clima cada vez más extremo, con olas de calor que favorecen la rápida propagación del fuego. 

“Es frustrante, porque los incendios son simultáneos, los más importantes de la historia de Galicia, hay miles de hectáreas ardiendo, todo es caótico…”, dice. “Cuando parece que se ve el fin, volvemos a empezar”. 

De la mano de Lorenzo y sus fotografías, nos adentramos en las contradicciones de este fuego que parece que nunca se acabe, con un relato cercano y en primera persona de alguien que conoce bien esa tierra que hoy arde. 

Este incendio, como muchos otros, se originó en un municipio pero acabó propagándose a otros. La vista nocturna corresponde a una zona cercana a la villa de Ribadavia, en la comarca de O Ribeiro. La gente con la que he hablado en las zonas afectadas me dice que hay una normativa opresora para dedicarse a trabajos tradicionales, y eso hace que el medio rural se vacíe. No se puede hacer política desde un despacho o pisando moqueta, sino escuchando a la gente que vive en estas zonas. 

Un zorro (o raposo, como lo llamamos en Galicia) huye despavorido del fuego. Es en A Gudiña, un municipio cercano a Castilla y León. Estaba en otro incendio y recibí un aviso de este. El monte está muy seco y el fuego se propaga con gran rapidez, las escenas de llamas más activas se suelen dar poco después de originarse el incendio. En este caso llegué pronto, había unos soldados desplegados, y uno de ellos llamó la atención sobre el zorro. No suelo llevar teleobjetivo, pero aquel día sí y pude capturar esa foto de fauna, que siempre es difícil de conseguir, y además se refiere a una realidad de los incendios que no acostumbramos a explicar.

Este es uno de los primeros incendios que salí a documentar, a finales de julio, en el municipio de Cualedro, en la zona Da Raia, entre Ourense y Portugal. Se preveía un verano complicado, pero esto ha superado los peores pronósticos. En el conocido como triángulo del fuego, formado por Oímbra, Cualedro y Verín, el monte se regenera rápido y los incendios se siguen sucediendo. El valle de Monterrei es una zona propicia para los incendios, porque se dan condiciones específicas para ello. Pese a todas las explicaciones y análisis, siempre cuesta entender por qué unas zonas acostumbran a resultar más afectadas que otras. 

Un agente medioambiental usa un batefuegos para golpear el fuego. Los incendios se intentan apagar con todo lo disponible: mangueras, hidroaviones, pero también con ramas. Cuando llegué a esta aldea, Saa, situada en el municipio de Carballeda, todo ardía. Aquí además había un invernadero y los nervios se podían palpar. Una mujer con una crisis de ansiedad lloraba porque se le quemaban las colmenas. Un bombero forestal me increpó por hacer fotografías y no intentar apagar el fuego.

Otra visión nocturna. Esta imagen corresponde al incendio más grave de la historia de Galicia, que se inició en el municipio de Larouco, entró en León y en Lugo, y quemó algo de superficie en la sierra do Courel, que tiene una gran biodiversidad. La fotografía captura el momento en el que el fuego amenaza este tesoro natural. 

Mi padre vive en la aldea y municipio de Beade, colindante con el municipio de Carballeda de Avia. Tiene una empresa de vinagres artesanales. El fuego no llegó finalmente hasta allí, aunque sí muy cerca. En la tarde del día 16, varios focos amenazaban localidades de estos dos municipios de la comarca de O Ribeiro. La fotografía la tomé en la capital del municipio de Carballeda de Avia, que está a apenas 15 minutos en coche de la casa de mi padre.  Durante la cobertura me encontré obviamente con muchas escenas de tensión, pero también de normalidad. Aquí los vecinos jugaban a las cartas, pese a que las llamas estaban aún a una distancia prudente, pero relativamente cerca.

Ourense-Madrid. Esta es una zona de acceso a la autovía. Hubo muchos cortes, el servicio ferroviario también se interrumpió… Este coche de la Guardia Civil tuvo que retroceder ante el fuego. Las luces de marcha atrás se encienden. Todo muy simbólico.

En esta misma zona, yo había ido a comer a un restaurante que estaba en un gasolinera. De pronto tuvieron que evacuarlo. Estos incendios son tan imprevisibles que parece que estén lejos y en cinco minutos ya están pegados a ti. El personal del restaurante colaboró para apagar las llamas.

Otro que da marcha atrás. Un vecino retira el tractor de las inmediaciones de un invernadero. La gente se defiende con lo que haya: ramas, batefuegos. Algunas de estas zonas son vinícolas, y he llegado a ver cómo cargan de agua las sulfatadoras que normalmente usan para las vides con el objetivo de apagar el fuego. Los tractores con depósito, si están disponibles, también son usados para cargar agua y ayudar en la lucha contra el fuego. 

Pena Trevinca, desde la localidad de Casaio. Es el punto de mayor altitud del territorio gallego, con más de 2.000 metros. La imagen tiene la épica de la lucha contra el fuego en el pico de Galicia. Es una zona bastante maltratada paisajísticamente. Hay muchas minas de pizarra a cielo abierto que lo destrozan todo. El acceso es difícil y las autoridades han silenciado este incendio. La gente de la zona, que tenía albergues o negocios de montaña, pedía más atención, pero este incendio quedó en segundo plano.

Un soldado de la Unidad Militar de Emergencias y un vecino intentan apagar un incendio. Esta fotografía simboliza la unión de ambos elementos en la lucha contra el fuego. La imagen está tomada en la aldea de A Espasa, situada en el municipio de Chandrexa de Queixa, que es conocida como la Siberia gallega, debido a la baja densidad de población. Yo ya conocía esta zona, porque había documentado allí la despoblación rural. Cuando supe que había un incendio, me preocupé bastante por la gente que conocía, pero al final se logró controlar cerca del cementerio de la aldea. 

Una de las armas contra los incendios: la xesta (retama). Hemos visto durante las últimas semanas a personas mayores —y no tan mayores— en zonas aisladas a las que no han llegado los servicios de extinción, luchando como pueden contra el fuego. Ese sentimiento de comunidad y de unión se ha plasmado en la ayuda entre vecinos para salvar viviendas. Aquí lograron que no ardiese ninguna casa.

Aldea de San Vicente de Leira. Era como si una bomba hubiese caído y arrasado con todo. Llegué dos días después de que se declarara el incendio y me encontré con esta vivienda ardiendo. Había visto todas las casas sin tejados, con la estructura calcinada, pero esta estaba en llamas. Alerté a los vecinos, al principio me miraron como diciendo qué más da, todo se ha quemado, pero cerca había otra casa con madera y paja, así que al final echaron unos calderos de agua. No acabaron con el fuego en ese momento. Pasé unos días después y ya estaba apagado. 

Un bombero en el pueblo de Saa. Fue la primera foto que saqué nada más llegar. Estaba sufriendo un golpe de calor y le pregunté si necesitaba agua o alguna otra cosa. Lo que necesitaba era parar. El hombre ya no podía más. Durante estos días he visto a los trabajadores del servicio de extinción exhaustos, sin comer o comiendo a deshoras. Es muy duro para ellos. Vi cómo evacuaban en ambulancia a alguno de ellos.

Las fotografías que vemos más a menudo son del fuego, que siempre es espectacular, de la lucha que llevan a cabo los vecinos, los bomberos. Pero una de las cosas que más me ha llamado la atención son los pirocúmulos de los incendios forestales. Es una acumulación de humo que se produce a causa de los incendios y que se parece a las nubes. Son extremadamente peligrosos porque pueden desencadenar fuertes tormentas, lluvia o incluso vientos huracanados. Cuando hay varios simultáneos la situación se complica aún más, ya que pueden interactuar entre sí.

A Caridade es una aldea en el municipio de Monterrei. Es la primera a la que llegué. El centro estaba arrasado por el fuego. Había animales muertos y viviendas calcinadas. Es el momento del ocaso, entre el día y la noche, lo que aquí llamamos entre lusco e fusco. Las tonalidades azules, el fuego y el pirocúmulo de fondo es una de las imágenes que se me van a quedar grabadas en la mente para siempre. Está todo muy reciente, parece que ha acabado, pero el incendio sigue presente, porque el pirocúmulo, el hongo, el monstruo… sigue allí. 

Otra vez la aldea de San Vicente de Leira. Ha sido una de las más fotografiadas, porque todo quedó arrasado. Esta mujer vivió allí hasta la adolescencia y después se fue, pero en el momento del incendio había vuelto a la zona. Me impactó oírla hablar sobre su infancia, la plaza del pueblo y todos esos trabajos comunitarios que desaparecieron porque ahora hay menos gente en la aldea y también aparecieron avances tecnológicos. El modo de vida que existía, en buena parte, desapareció.

La gente de esta tierra, que es de viñedos y de extracción minera, tiene una gran reivindicación histórica. San Vicente es una aldea prácticamente incomunicada. Los vecinos llevan 30 años reclamando mejoras en las vías de acceso. La única carretera que la conectaba con el exterior estaba destrozada debido a la actividad extractiva de una pizarrera. La comunidad pedía que la arreglaran, pero construyeron otro acceso, que no es el ideal. La solución definitiva aún no ha llegado. La destrucción del incendio agrava la situación de abandono y olvido en una aldea en la que los vecinos se vieron solos de nuevo, esta vez peleando contra el fuego sin ningún tipo de ayuda.

Vista aérea de San Vicente, uno de los lugares más afectados. Para aplacar estas emergencias es necesario mejorar la situación de la población rural, que la gente se relacione con el medio, que tenga animales. Ahora los árboles llegan casi hasta las casas, está todo el territorio sin trabajo, sin labrar. Se necesitan cortafuegos y zonas perimetradas. Incendios siempre hubo, pero no había este peligro para las aldeas. Hay que cambiar el modelo y fomentar políticas que ayuden a anclar población en zonas rurales. Porque esto es un problema que irá a más. Y no puede convertirse en irreversible.

Durante meses, cada día, la familia Hammad compartió en Instagram imágenes de los platos que cocinaba en su casa de Gaza. Mientras las bombas caían e Israel utilizaba el hambre como arma de guerra, ellos abrieron la puerta de su cocina al mundo. Lo hicieron con la complicidad del periodista Mikel Ayestaran, que transformaba los mensajes de voz, las fotos y las recetas que le enviaba la familia Hammad en una especie de diario íntimo de la guerra en Instagram.

Ahora, ese proyecto se convierte en libro. Y para que sea posible, necesitamos tu apoyo.

Menú de Gaza es un testimonio de la vida que resiste en medio del asedio. Un libro que recoge recetas y cientos de fotografías de platos elaborados por la familia Hammad durante los meses más duros de la ofensiva israelí en Gaza. Un proyecto que denuncia el uso del hambre como arma de guerra y reivindica el poder de lo cotidiano como forma de resistencia.

Publicaremos una edición especial, bilingüe (castellano e inglés), diseñada con mimo por el estudio Underbau y editada por 5W. Será un libro íntimo y potente, con el aspecto de un recetario litúrgico: papel biblia, formato pequeño, encuadernación en lino con máculas que evocan la devastación del territorio. Todo en él —desde los materiales hasta los silencios— está pensado para contar esta historia.

El 15 % de los ingresos de esta campaña irá directamente a la familia Hammad, que ha logrado salir de Gaza y empezar una nueva vida en España. El resto se destinará a la producción, impresión y distribución de la primera edición del libro.

Este no es solo un recetario. Es una crónica de guerra, un gesto de memoria, un acto político. Es, también, una respuesta a todas las personas que durante meses han preguntado cómo ayudar a la familia Hammad. La respuesta está aquí:

Apoya el proyecto en Verkami

Gracias por hacerlo posible.

Todo tiene un final. No hay alto el fuego en Gaza, pero la familia Hammad, protagonista de la serie de Instagram “Menú de Gaza”, ha logrado salir de la Franja. Eso significa que la sucesión de platos que nos mostraban a través de las redes sociales, en medio de la guerra y la escasez, llega a su fin. El texto que acompaña al último plato lo dicta en persona la propia Amal, cocinera de platos imposibles de esta serie que arrancó en febrero de 2024 para denunciar el uso del hambre como arma de guerra. Una serie que nació con la idea de morir lo antes posible y que se ha alargado durante más de 500 días.

Así elige terminar Amal:

Menú de Gaza: Arroz con arroz

“El arroz representa la hambruna. Casi todos los días lo he preparado, y ahora mi familia lo odia. Le ponía un poco de caldo de pollo para darle algo de gusto. No teníamos nada, ni carne, ni verdura. Nada”.

Amal Hammad es la cocinera del "Menú de Gaza". Jordania, junio de 2025. Guillem Trius

Nuestra cocinera dicta en inglés, yo traduzco al español y Kayed, su esposo y fíxer —guía o traductor— al que conozco desde hace dos décadas, ayuda cuando alguna palabra en árabe no le sale a su esposa en inglés. Dalia, la autora de las fotografías, celebra su salida de Gaza con su 20 cumpleaños. Sentada junto a su madre, asiente cuando voy hilando las frases y las leo en voz alta en inglés. Cada día Dalia se tomaba el trabajo de coger el plato, ponerlo en una mesa, hacer la foto y enviármela cuando la conexión a internet lo permitía. Letra a letra siento que estoy cerrando una etapa de las vidas de Kayed, Amal y Dalia. Veo rostros cansados, entre tono amarillento y gris ceniza. Sudorosos. Voces débiles y ojos apagados, sobre todo en Dalia, que se ha mareado en el largo y tenso viaje de salida, ya en territorio jordano, y ha necesitado atención médica. Todos la van a necesitar con el paso de los días. También psicológica.

Tengo una sensación extraña, una mezcla de pena egoísta por cerrar el proyecto multimedia más interesante que nunca se me ha ocurrido y de inmensa felicidad por estar sentado junto al equipo cocina del “Menú de Gaza”, un equipo que completan Monjed, de 22 años, responsable de cortar la leña, y Mohamed, 17, el rey a la hora de hacer fuego y buscar agua. Conozco a Kayed desde hace 20 años y he visto crecer a sus hijos. Conozco la desesperación que tenía Kayed en su interior por haber traído hijos a un mundo cerrado como el de Gaza, donde cada día su vida estaba en peligro. Conozco que la decisión final de pedir a todos sus amigos que lo ayudaran a salir de Gaza es para que sus hijos puedan tener un presente y un futuro.

Sigue Amal y le ayuda Dalia:

Dalia es la fotógrafa de la serie "Menú de Gaza". Jordania, junio de 2025. Guillem Trius

“No sabía que iba a ser el último plato antes de la nueva esperanza de vida”. 

Apenas 150 kilómetros separan la Franja de la capital jordana, donde vive la hermana mayor de Kayed, Rasmieh, quien les ha recibido con un abrazo y unas lágrimas que han inundado el portal de la casa familiar en Al Basha, a las afueras de la capital. Llevaban cuatro años sin verse, ya que en 2021 la hermana tuvo la oportunidad de visitar a los suyos en la Franja, con la mala suerte de que le sorprendió una guerra entre Israel y Yihad Islámica que duró 12 días, y tuvo que adelantar su regreso. Esos 150 kilómetros es la distancia imposible para 2 millones de gazatíes. La distancia que separa la muerte de la vida.

Desde el lado israelí de la frontera hasta el jordano han llegado a bordo de uno de esos autobuses blancos y azules de la compañía nacional de Jordania, un autobús urbano en el que han concluido un viaje sideral a un planeta desconocido para ellos. Aquí no caen bombas, aquí no hay bloqueo. 

“Lo que buscamos es una vida normal, sin drones, sin explosiones, sin destrucción, una vida como la de cualquier otro ser humano, algo imposible en Gaza”, lamenta Kayed.

En la evacuación, coordinada por el Ministerio de Exteriores de España y con el trabajo sobre el terreno del consulado de Jerusalén y la embajada de Amán, les han permitido salir con lo puesto. Cada uno se ha vestido la mejor ropa que le quedaba después de haberlo perdido casi todo en el bombardeo de su apartamento en octubre de 2023 y haber cambiado luego 16 veces de casa. La ropa que visten es todo lo que traen de su vida anterior a la evacuación. Les han robado los recuerdos materiales, pero nunca la memoria. Kayed viste una camiseta interior que algún día fue blanca, camisa de manga corta azul y unos pantalones negros que eran de su hijo Omar, muerto en un ataque aéreo. Tenía mejores pantalones, pero estos que lleva puestos son todo lo que le queda de su hijo mayor.

Están aquí, los siento cerca, pero están lejos. Sus cabezas siguen encerradas en la Franja y sus corazones rotos por la cantidad de gente que dejan atrás. Kayed salió en varias ocasiones en el pasado y llegó a España o China, pero su esposa e hijos nunca habían abandonado esa gran prisión hasta hace unas horas. El último viaje de Kayed a España fue en 2010 y su brújula apunta de nuevo a Málaga, donde vive su hermano Sadi. Hoy, por primera vez, los hijos de la familia han visto a un israelí cara a cara en el cruce fronterizo del Puente de Allenby, y se han puesto muy nerviosos. Israelíes y gazatíes son vecinos, pero solo se ven a través de pantallas. Esta distancia es clave para entender la deshumanización total del otro: no les ves la cara, no les miras a los ojos. No existen.

Se cierra un círculo. Ellos veían hasta ahora una parte de la película, la que filmaban a diario en Gaza con la cocina y la foto del plato. No sabían cómo era la otra parte, el momento en el que yo escribía el texto de acompañamiento y lo lanzaba al mundo. Ahora están fuera, lo ven y lo protagonizan.

El fotógrafo Guillem Trius, mi querido Abu Habib —apodo en homenaje al conductor que tuvimos en una cobertura en Siria—, graba este momento único y lo hace con el cariño con el que un padre consuela a su pequeño cuando no puede dormirse en mitad de la noche. Guillem se hace invisible, su cámara es un susurro que envuelve una escena que solo él sabe convertir en un lienzo que quedará mucho tiempo en las mentes y corazones de las decenas de miles de seguidores del “Menú de Gaza”. Las imágenes de Abu Habib huelen a bebé recién bañado, pura ternura.

Los hermanos Mohamed Hammad, de 17 años, y Monjed, de 22, en Jordania tras salir de Gaza. Guillem Trius

Sigue Amal:

“Nos hubiera gustado terminar la serie con el alto el fuego, pero lo hacemos con una nueva vida”. 

Han pasado apenas cinco horas desde que la familia Hammad ha llegado a Amán y una de las primeras cosas que ha querido hacer es cerrar el “Menú de Gaza”, que llegó, incluso a través de un plato vacío, a la portada de la última revista en papel de 5W. Están desconcertados, fatigados, excitados, están de todas las formas que pueden estar unas personas que han convivido cada día con la muerte y el hambre durante 20 meses.

“Mira Mikel, al comienzo pensé que sería como la guerra de 2014, que cubrimos juntos. Unos 51 días y poco más, pensaba de verdad que sería algo así. Cuando me propusiste la idea de publicar los platos que comíamos cada día no me pareció bien. Siempre he estado en contra de publicar cosas relacionadas con comida, sobre todo si son platos ricos, porque hay mucha gente que no tiene nada. Pero me di cuenta de que lo que teníamos era básico, muy pobre y servía para enviar un mensaje, por eso aceptamos. El problema es que ha durado demasiado y ya estábamos hartos de repetir los mismos platos de judías, arroz, lentejas, lentejas, arroz y alubias. Cada día de menú era un día más de matanza”, explica Kayed entre calada y calada a su cigarrillo electrónico. Fuma en estas primeras horas fuera de Gaza más que habla, y mira que eso es difícil. Trata de compensar la falta de nicotina que ha tenido por la ausencia de tabaco, y la de café, té, azúcar…

Kayed Hammad, alma de la serie "Menú de Gaza". Jordania, junio de 2025. Guillem Trius

La historia de Kayed es la de miles de gazatíes que nacieron bajo la ocupación, durante la juventud soñaron con liberar Palestina con su lucha en la Intifada, emigraron en busca de un futuro mejor, regresaron y quedaron atrapados; rehicieron sus vidas en medio de una situación de permanente incertidumbre para, finalmente, verse presos de un ciclo de violencia, sobreviviendo entre la miseria y las ruinas. Lo han perdido todo. Menos la vida.

Mientras Amal se lo piensa, me permito añadir:

“Esta serie del Menú de Gaza es la historia del uso del hambre como arma de guerra en la Franja”.

Con el texto casi acabado y el visto bueno de todos, pido a Amal que presione el botón azul de “Compartir” en la parte inferior de la pantalla. Acepta con la dignidad con la que cada día ha entrado en nuestras casas con un plato de judías blancas, arroz con arroz, guisantes, crema de lentejas, falafel o una simple lata de atún emplatada. Siempre dignidad. Antes, cada uno de ellos me dice el plato que más ha odiado en estos meses. Responden rápido, sin dudar un segundo. Mohamed, las judías blancas; Amal, lentejas en cualquiera de sus formas; Dalia, guisantes, y Monjed y Kayed, arroz en cualquiera de sus variedades.

La serie empezó con un arroz con zanahorias y termina con un plato de arroz con arroz.  Kayed devora a mordiscos su primera manzana y se come hasta el hueso. 

Últimas seis palabras dedicadas a nuestra cocinera, alma de un verdadero menú de resistencia:

“Me llamo Amal, que significa ‘esperanza'”.

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El 2024 fue un año marcado por los incendios en diferentes partes del mundo. En Chile, el fuego arrasó más de 43.000 hectáreas, acabó con la vida de al menos 138 personas, hirió a más de 1.000 y desplazó a cerca de 40.000; en Bolivia, los incendios forestales arrasaron más de diez millones de hectáreas, el equivalente al tamaño de países como Estonia, Holanda y Bélgica juntos; en Portugal, más de 40 incendios simultáneos dejaron un saldo de nueve fallecidos y decenas de heridos, además de más de 100.000 hectáreas afectadas; en California, los fuegos provocaron más de 16.000 hectáreas calcinadas, 30 muertos, miles de personas evacuadas y daños valorados en más de 50.000 millones de dólares.

Estos son solo algunos de los incendios forestales más destructivos del último año, pero el camino está lleno de fuegos más pequeños que siguen carcomiendo kilómetros y kilómetros de puro bosque y zonas interurbanas. Según un estudio de la organización Global Forest Watch en 2024, las llamas se han convertido en la principal causa de deforestación en el mundo, por delante de la agricultura, y avanza a un ritmo de 18 campos de fútbol por minuto. ¿Por qué sucede esto? ¿Se puede revertir la situación? Y si es así, ¿qué estamos haciendo para enmendarlo?

En el podcast de este mes hablamos de gestión forestal, de éxodo rural, de los que sufren el fuego y los que luchan contra él. Lo hacemos con Héctor Alfaro, ingeniero forestal y experto nacional en el Centro de Coordinación de la Respuesta a Emergencias de la Unión Europea; Fernando Sedano, científico del Joint Research Centre de la Comisión Europea en la Unidad de Gestión de Riesgos y Crisis; Adra Pallón, fotoperiodista y autor del proyecto fotográfico sobre megaincendios en España, ‘Lumes’, y Xabier Bruña García, doctor, ingeniero de montes y técnico en el ámbito rural de la Administración de la Xunta de Galicia.

Un podcast de Javier Sánchez. El montaje musical es de ROAD AUDIO.

Recuerda que puedes escuchar todos nuestros monográficos en el espacio podcast mientras navegas por la web, o descargarlos a través de las principales plataformas como Spotify, Ivoox o Apple Podcast.

Este podcast nace de una colaboración con el Departamento de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea.

Todo lo relativo a Palestina tiene aires de déjà vu.

La responsable de Política Exterior de la Unión Europea, Kaja Kallas, anunció el día 20 que hay una mayoría clara de países a favor de la revisión del Artículo 2 del acuerdo de asociación con Israel, que exige respeto a la democracia y los derechos humanos. “La presión es necesaria para cambiar la situación”. El movimiento es firme: 17 de los 27 países miembros de la Unión Europea votaron a favor de la propuesta holandesa de revisar las relaciones con Israel, que envía a la Unión Europea el 32% de todas sus exportaciones. 

Pocas horas después el Congreso de los Diputados español aprobó una ley que aplica un embargo de armas a Israel. Y este cambio de tendencia no sucede en el vacío. Pedro Sánchez ya había dejado claro su punto de vista cuando dijo: “Nadie se llevó las manos a la cabeza cuando hace tres años se inició la invasión de Rusia a Ucrania y se le exigió nada más y nada menos que la salida de competiciones internacionales y […] no participar en Eurovisión. Por tanto, tampoco debería hacerlo Israel”. 

De hecho, la semana pasada decenas de grupos musicales, algunos de los mejores del punk-rock nacional, como La Raíz o Sons of Aguirre, entre otros, anunciaron que dejarían de participar en los macrofestivales que acaban de ser comprados por un fondo de inversiones vinculado a las prácticas coloniales de Israel. 

El movimiento viene de largo. Al menos desde 2008, cuando, tras un largo proceso de reflexión, un grupo amplio y representativo de organizaciones españolas inició un diálogo con sus contrapartes palestinas e israelíes sobre cómo lograr mayor efectividad en su trabajo. La Plataforma Palestina de ONGs, Ittijah (Unión de comunidades árabes del Estado de Israel), el AIC (Alternative Information Center de Belén y Jerusalén) y la Red Estatal de Solidaridad con Palestina se convocaron a debatir una estrategia común. Oenegés españolas que trabajan en Palestina formaron parte de “La iniciativa de Bilbao”, que coordiné. La premisa del debate, que duró días, fue: ¿Podemos alcanzar alguna postura unitaria para una campaña de acción conjunta?

Aquel 2008 fue el principio de algo que hoy comienza a fructificar. La respuesta no pudo ser otra que sumarse a las peticiones de aquellos con quienes se mostraba solidaridad. En 2005, una amplia representación de la sociedad civil palestina había lanzado la campaña Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) al Estado de Israel. Decía así: “Nosotros, representantes de la sociedad civil palestina, demandamos a las organizaciones de la sociedad civil internacional y a las personas conscientes de todo el mundo a imponer amplios boicots e implementar desinversiones contra Israel, de manera similar a aquellas aplicadas a Sudáfrica en la era del apartheid. Exigimos a ustedes que presionen a sus respectivos estados para que impongan embargos y sanciones contra Israel. Invitamos también a los israelíes conscientes a apoyar esta petición, por el bien de la justicia y una paz verdadera. Estas medidas punitivas no violentas deberían ser mantenidas hasta que Israel cumpla su obligación de reconocer el derecho inalienable del pueblo palestino a la autodeterminación y acate completamente los preceptos de la legislación internacional”. 

Utilicé al principio de esta columna la expresión déjà vu —ya visto—. Porque lo que las administraciones y cada vez más personas comienzan a reconocer hoy no es más que lo que una parte de la sociedad civil española organizada lleva años pidiendo y tratando de poner en marcha. En una sociedad democrática, es la ley la que debe adaptarse a la sociedad y no a la inversa. Eso no sucede sin que cada uno de nosotros y nosotras actúe, empuje y presione desde el lugar que pueda hacerlo. 

El Gobierno de Israel no ha permitido que la prensa internacional cuente sobre el terreno lo que sucede en Gaza, pero Mikel Ayestaran, reportero con décadas de experiencia en la región y uno de los fundadores de 5W, decidió que eso no evitaría que pudiera desarrollar su trabajo.  

Diseñó un proyecto colaborativo para denunciar el uso del hambre como arma de guerra por parte de los israelíes. La familia Hammad empezó a contar, a través de la cuenta en Instagram de Ayestaran, lo que lograban cocinar cada día sometidos al asedio y los bombardeos de Israel. El plato que simboliza ese ejercicio de resistencia, un homenaje a los civiles de Gaza, se ha convertido en la portada de nuestra revista número 10, Comida. Un plato vacío.

El propio Ayestaran lo ha explicado así: “Desde el 7 de octubre de 2023, la comida era parte de mis conversaciones diarias con mi amigo Kayed Hammad. De tanto preguntar y preguntar por lo que comen cada día, se nos ocurrió poner en marcha en Instagram una serie titulada Menú de Gaza, con el plato que su esposa Amal (nombre árabe que significa esperanza) cocinaba cada día para las diez personas que viven bajo el mismo techo. De ahí nació un proyecto que os presentamos en la revista, tanto en su cubierta, con un plato vacío, como en su interior, con un desplegable en el que aparecen decenas de platos cocinados pese a las bombas de Israel”. 

El jurado de la edición 42 de los Premios Ortega y Gasset ha señalado que “no es sencillo contar bien una historia a través de las redes sociales. Aquí se consigue a través del periodismo de continuidad, de una repetición que forma parte del relato, de la fórmula del largo aliento con un estilo directo que da alma a la historia. Las imágenes, acompañadas de un texto mínimo, van describiendo la crudeza cotidiana de vida en Gaza”.

En 5W llevamos una década apostando por un periodismo cocinado a fuego lento, ya sea en texto o fotografía. También creemos en el diálogo entre formatos. Por eso decidimos que el ahora premiado proyecto de Ayestaran, nacido en redes sociales, debía tener una versión en papel. Por eso está en la cubierta de la revista y en su interior, con un desplegable que decidimos encartar en el centro de la publicación: un detalle distintivo para celebrar nuestro décimo aniversario. 

¿Quieres saber más sobre el proyecto? Ayestaran mantuvo una conversación con el director de 5W, sobre ese menú de Gaza convertido en menú de resistencia. Puedes verla íntegramente en nuestra web. 

¿Qué dice la comida sobre lo que somos?

En el mundo se produce un 60% más de lo que la humanidad necesita para alimentarse. Pero hay 733 millones de personas que pasan hambre. La comida es, a la vez, un derecho, un privilegio… y un gozo.

Este es un número especial de 5W, que cumple diez años. Suscríbete para recibir ahora esta revista, además de tener acceso a lo que publicamos en nuestra web. Comida también se puede comprar por separado en nuestra tienda online y en librerías.

Esto es periodismo a fuego lento.

Esta revista se adentra en un tema fundamental de la humanidad, como siempre desde el reportaje, el ensayo, la entrevista y la poesía. En este libro-revista pensamos la comida desde su producción, desde su reparto desigual, desde sus implicaciones para el planeta y para la salud, desde su uso como arma de guerra. Pero también pensamos la comida como un lugar de encuentro. 

Este número 10, como todos los anteriores, es una crítica: contra los oligopolios agroalimentarios, contra el insostenible ritmo de producción cárnica, contra la industria de los ultraprocesados. Pero también es una celebración. De la gastronomía, de las expresiones culturales que acompañan a la comida en todos los rincones del planeta, de las especias, de la vida. Ambos polos son necesarios para afrontar uno de los grandes retos de nuestro tiempo: acabar con el hambre. 

“La comida es todo lo que está bien y todo lo que está mal en este mundo”, dice Martín Caparrós —maestro de 5W, intruso en la redacción— en el editorial de este número. 

Las contradicciones de la comida, en efecto, son inagotables. Las exploramos en esta revista. Viajamos a Oriente Medio para descubrir un proyecto para preservar el legado genético de las semillas y garantizar la biodiversidad. Desde Senegal, comprobamos cómo la restricción de las exportaciones de arroz en la India azotan a poblaciones a miles de kilómetros, en África Occidental. 

Expertos como José Esquinas Alcázar nos alertan de que, al margen de la crítica política, los consumidores deben asumir la responsabilidad. Pisamos invernaderos en la cima del mundo. Conocemos a chefs como Poncho Martínez, Elena Reygadas y Andoni Luis Aduriz. Desmontamos los mitos contra el vegetarianismo y entramos en granjas y mataderos. Nos rendimos al picante indio y machacamos la industria de los ultraprocesados, que no tiene el mismo sabor. 

Aquí está el índice de la revista:

Normalmente cerraríamos este breve texto, pensado para abrir el apetito, con un tímido llamamiento a suscribirse a 5W. Pero esta vez nos gustaría aprovechar la ocasión para ir un paso más allá. Este año nuestro proyecto cumple diez años. Han sido diez años tan maravillosos como duros. Nacimos en 2015, el año de la mal llamada crisis de los refugiados, cuando un millón de personas llegó a través del mar a Europa, sobre todo desde Siria y Afganistán. Estamos ahora en 2025, en uno de los momentos de la historia con las fronteras más crispadas, con un discurso antinmigración en auge que parece inundarlo todo. Nuestro compromiso sigue intacto. Creemos en las pequeñas historias y las grandes explicaciones, en contar un mundo diverso, desigual, a veces amable, otras cruel. Somos un proyecto humanista.

En esta era de desenfreno mediático, nos parece un milagro que nuestro proyecto siga vivo. Los últimos dos años hemos perdido socios y socias: llegamos a tener 4.700 y ahora estamos en 3.900, lejos de nuestro objetivo para ser sostenibles, que es de 5.000. Si quieres que haya discursos alternativos, con peso intelectual y emotivo pero sin demagogia, tienes que alimentarlos. 

Ayúdanos a comernos el mundo. Suscríbete a 5W. Súmate a la familia de las crónicas de larga distancia: las que se cocinan a fuego lento. 

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