Alemania ha reinstaurado este lunes los controles en todas sus fronteras terrestres, una medida que, según Berlín, es temporal y necesaria para frenar la inmigración irregular y el crimen transfronterizo. Los controles se aplicarán durante al menos seis meses en las fronteras terrestres de Alemania con Francia, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos y Dinamarca. Esto ha provocado críticas de varios gobiernos europeos, que consideran que supone un revés a la libre circulación en la zona Schengen. Las autoridades alemanas aseguran que lo que está aplicando son “controles inteligentes”, que funcionan de manera selectiva. Varios expertos, sin embargo, han advertido de que esto puede llevar a discriminar racialmente.
El refuerzo fronterizo alemán se produce la misma semana en la que Países Bajos y Hungría han reabierto el debate sobre la política migratoria europea al pedir formalmente a la Comisión Europea desvincularse del Pacto de Migración y Asilo. Este acuerdo, adoptado en abril por la Eurocámara, establece una estrategia común dentro de la UE para gestionar la migración. Ahora, el gobierno neerlandés —liderado por el partido de ultraderecha de Gerd Wilders— y el húngaro —en manos del ultraderechista Viktor Orbán— han pedido salirse de las normas europeas. En principio la Comisión Europea ha rechazado esa posibilidad, ya que se necesitaría modificar los Tratados en vigor y eso, por ahora, no se contempla.
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