La violencia en Colombia aumentó tras el atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, que permanece en estado grave después de recibir el pasado sábado tres disparos de un sicario de apenas 14 años en Bogotá. El ataque tuvo lugar en un mitin improvisado en un parque de la capital colombiana. El joven, que se encuentra hospitalizado por un disparo que recibió en la pierna durante la persecución, está imputado por los delitos de tentativa de homicidio y porte ilegal de armas. Según las autoridades, el menor podría ser un asesino a sueldo: “este muchacho que fue aprehendido es apenas un ejecutor material”, dijo la fiscal general, Luz Adriana Camargo. Esta teoría se confirmaría también con uno de los vídeos grabados durante la detención, donde el joven asegura que lo hizo “por plata” y por su “familia”. 

La agresión a Uribe coincide con una ola de violencia que alcanzó su punto más alto el martes, cuando se registraron al menos 24 ataques armados en los departamentos de Cauca y Valle del Cauca, al suroeste del país, que dejaron al menos 7 muertos y decenas de heridos. El Gobierno de Gustavo Petro atribuye la ofensiva a las disidencias de las FARC, aunque las autoridades siguen investigando si hay vínculos directos entre los ataques y el atentado a Uribe. En Cali, epicentro de varios atentados, tres motos bomba causaron tres muertos y más de 40 heridos.