La Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS) en la convulsa Haití, compuesta principalmente por policías kenianos, cumple un año con un futuro incierto: su financiación se acaba en septiembre y el mandato que tienen de la ONU termina en octubre. El contexto es el de un país que se hunde aún más en el caos provocado por las pandillas, que siguen controlando la mayor parte de la capital, Puerto Príncipe, y ya se han extendido a otras zonas. Al menos 1,3 millones de personas han tenido que desplazarse a causa de la violencia de las pandillas, que se ha cobrado más de 5.600 vidas.
Desde su llegada hace un año, la MSS ha logrado avances puntuales, como recuperar el control del aeropuerto, pero carece de equipamiento clave —helicópteros, drones o vehículos— que le den capacidad para enfrentarse a las bandas. Estados Unidos, que ha sido el mayor contribuyente individual a esta misión, con 835 millones de dólares en apoyo financiero y en especie, aún no ha decidido si renovará su ayuda.
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