El Reino Unido ha confirmado su participación activa en la ofensiva aérea liderada por Estados Unidos contra los rebeldes hutíes de Yemen. La noche del martes, cazas de combate ejecutaron un ataque sobre un supuesto centro de producción de drones cerca de Saná, en coordinación con fuerzas estadounidenses. Este bombardeo marca la primera intervención directa británica en la Operación Rough Rider, la intensa campaña iniciada por la Administración Trump el 15 de marzo y que ya suma más de 800 objetivos atacados.
Según ha explicado Reino Unido, esta intervención responde a la “amenaza persistente” de los hutíes contra el comercio marítimo en el mar Rojo, que ha sufrido una caída del 55% en su tráfico, impactando económicamente a Europa. “Ha costado miles de millones, alimentando la inestabilidad regional y poniendo en riesgo la seguridad económica de las familias en el Reino Unido”, justificó el ministro de Defensa británico, John Healey. Pero la respuesta de los hutíes no se hizo esperar: acusaron a Londres de “agresión brutal e ilegal” y advirtieron que el Reino Unido deberá asumir las “consecuencias” de su implicación directa en el conflicto.
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