Ucrania lanzó esta semana el ataque con drones más devastador contra Rusia desde el inicio de la invasión, destruyendo más de 40 aviones militares del Kremlin en diferentes bases aéreas. Según el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), la llamada “Operación telaraña” fue planificada durante un año y medio y supervisada personalmente por el presidente Volodymyr Zelensky. Los drones, controlados a distancia desde Ucrania, fueron introducidos en territorio ruso escondidos en el falso techo de remolques de camión, desde donde despegaron hacia sus objetivos. Entre los aviones destruidos se encuentran los bombarderos estratégicos con capacidad nuclear Tu-95 y Tu-22M3, así como aviones A-50 de alerta temprana —se estima que los daños superan los 2.000 millones de dólares—. Mientras tanto, las autoridades rusas han iniciado investigaciones y han arrestado a varios sospechosos, aunque Zelensky aseguró que todos los operativos ucranianos lograron retirarse antes del contraataque.

En paralelo a estos ataques, se ha llevado a cabo también una serie de explosiones que han afectado la infraestructura ferroviaria rusa en varias regiones. Una detonación reciente en la línea férrea de Vorónezh obligó a detener el tráfico de trenes, mientras que durante el fin de semana anterior, otros dos atentados en Briansk y Kursk provocaron el descarrilamiento de trenes, con un saldo de 7 muertos y más de 100 heridos. Las autoridades rusas responsabilizaron directamente a Ucrania por estos actos, que califican como atentados terroristas. En respuesta a la oleada de sabotajes, Rusia ha lanzado más de 400 drones y 40 misiles, que han terminado con la vida de al menos tres personas en Kiev, otra en la localidad de Lutsk y varios heridos. Esta escalada ocurre en medio de supuestas negociaciones de paz. Supuestas porque de momento nada parece indicar que la paz esté encima de la mesa: en la última reunión entre Rusia y Ucrania, se acordó un nuevo canje de prisioneros de guerra, pero poco más —Ucrania asume algunas concesiones para un alto el fuego, pero Rusia exige ciertas condiciones que supondría prácticamente la rendición de Kiev—.