Tras doce días de intensos bombardeos y ataques aéreos entre Israel e Irán —con intervención directa de Estados Unidos, que el fin de semana pasado atacó las tres grandes instalaciones nucleares iraníes—, ambos países han pausado temporalmente la escalada en una tregua auspiciada por EEUU. El conflicto ha sacudido a toda la región. Según las autoridades iraníes, en estos días han muerto 610 personas y cerca de 5.000 han resultado heridas, mientras que en Israel murieron 28 personas, en su mayoría civiles, y se han registrado importantes daños materiales. El líder supremo de Irán, Ali Jameneí, reapareció el jueves por primera vez desde que se anunció la tregua y dijo que ha sido “una victoria” sobre el Gobierno israelí y una “dura bofetada” para Estados Unidos. El Gobierno de Netanyahu también respondió a través de su ministro de Defensa, Israel Katz: “Si Jameneí hubiera estado en nuestro punto de mira, lo habríamos eliminado”.

La operación militar iniciada por Tel Aviv, denominada “León Naciente”, fue lanzada el 12 de junio con el objetivo declarado de desmantelar el programa nuclear iraní y eliminar a líderes militares y científicos. La ofensiva acabó con la vida de generales iraníes de alto rango como Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, y Hossein Salami, comandante en jefe del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, además de científicos nucleares. Estados Unidos se sumó a la campaña una semana después con la operación “Martillo de Medianoche”, centrada exclusivamente en la destrucción de las instalaciones nucleares de Fordo, Natanz e Isfahán. Aunque ambos gobiernos anunciaron el éxito de sus ataques, un informe clasificado de la inteligencia estadounidense sugiere que el programa nuclear iraní solo se habría retrasado unos pocos meses.