Mientras el foco internacional estaba puesto en el conflicto entre Israel e Irán, el Gobierno de Netanyahu intensificó sus ataques contra Gaza. Durante los doce días de escalada bélica, el Ejército israelí mató a al menos 789 palestinos e hirió a más de 3.700, según el Ministerio de Sanidad palestino. Una parte significativa de estas muertes —cerca de un tercio— se produjo cuando los civiles intentaban acceder a centros de distribución de alimentos gestionados por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), una organización estadounidense que actúa en coordinación con las Fuerzas de Defensa de Israel. El pasado 17 de junio fue el día más sangriento: tropas israelíes abrieron fuego en Jan Yunis contra una multitud que esperaba ayuda humanitaria y terminaron con la vida de al menos 59 personas, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

Desde que la GHF comenzó a operar el 27 de mayo, se han contabilizado al menos 549 palestinos muertos y más de 4.000 heridos en incidentes relacionados con la distribución de ayuda, según datos de la ONU. Desde el inicio de la sangrienta ofensiva en Gaza en octubre de 2023, los ataques de Israel han matado a más de 56.000 personas y han herido a más de 132.000. Mientras, las condiciones humanitarias en la franja siguen deteriorándose: cerca de 2 millones de personas están pasando hambre, según el director de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini. “El recién creado y denominado ‘mecanismo de ayuda’ es una abominación que humilla y degrada a personas desesperadas. Es una trampa mortal que cuesta más vidas de las que salva”, denunció.