Libre tránsito

En Panamá vale más ser mercancía dentro de un contenedor que la mercancía de un coyote para el cual tu vida es el único arancel

Se abre una esclusa y cae un chorro de agua; el barco se mantiene inmóvil para, una vez que el agua llene el espacio frente a él, pasar al otro lado guiado por cinco locomotoras que evitarán que sus costados choquen con los muros del canal.

Panamá, te dicen los de aquí, existe como nación porque existe el canal. No es una metáfora: la separación oficial de Colombia se formalizó en cuestión de horas en noviembre de 1903, con el apoyo del Gobierno de Estados Unidos, que de inmediato inició la construcción del canal de Panamá. Ni ideales políticos, ni orgullo nacional: la última palabra de la lucha por la soberanía la tuvo la necesidad capitalista del libre tránsito.

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Periodista mexicana especializada en migración, política y derechos humanos. Por casi dos décadas vivió en Estados Unidos, desde donde escribió para medios como The Washington Post, Vice, El Faro y Gatopardo. Es autora de varios libros, el más reciente El muro que ya existe. Las puertas cerradas de Estados Unidos (HarperCollins, 2019). Es directora de contenido del Congreso Internacional de Periodismo de Migraciones, que se celebra anualmente en España, y profesora del Máster de Periodismo Literario y del programa Study Abroad en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), ciudad en la que vive.
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