Donald Trump anunció el lunes que Rusia y Ucrania comenzarían de forma inmediata las negociaciones para alcanzar un alto el fuego y poner fin a la guerra. Tras una extensa conversación telefónica con Vladímir Putin de dos horas, el presidente estadounidense afirmó que Moscú está dispuesto a trabajar en un memorándum conjunto con Kiev que incluya los principios de arreglo y unos plazos para cesar las hostilidades. Aunque los términos aún no son públicos, tanto Trump como Putin han subrayado el buen tono de la conversación, mientras que Volodímir Zelenski confirmó estar a la espera de conocer las condiciones rusas. El líder ucraniano también planteó sedes como el Vaticano, Suiza o Turquía para acoger las negociaciones, con la posible participación de representantes europeos y estadounidenses. 

Pero parece que Europa no se fía de que estas negociaciones de paz lleguen a buen puerto. Por ello, esta semana reforzó su postura de contención ante la amenaza del Kremlin. Alemania anunció el despliegue de una brigada de combate en Lituania —su primer despliegue en ultramar desde la Segunda Guerra Mundial— como parte del esfuerzo de la OTAN por asegurar la región oriental. Esta medida forma parte de un paquete más amplio de respuestas, que incluye una intensificación de la vigilancia en la frontera entre Finlandia y Rusia, donde Helsinki trabaja en la construcción de una valla de 200 kilómetros equipada con sensores para frenar lo que considera una “operación híbrida” en la que Moscú dirige solicitantes de asilo hacia el país europeo. A nivel económico, el Parlamento Europeo aprobó nuevos aranceles sobre productos agrícolas y fertilizantes rusos y bielorrusos, buscando arrinconar aún más las fuentes de financiación del Kremlin.