Aunque muchas miradas están en Gaza, el conflicto en Ucrania continúa. Los bombardeos de las fuerzas rusas y ucranianas se han intensificado esta semana, pocos días antes de la investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Este martes, Kiev lanzó el que definió como su “mayor” ataque contra el país vecino desde el inicio de la guerra, que alcanzó depósitos de municiones y plantas químicas. Un día después, Rusia respondió con un ataque masivo con misiles que obligó a Ucrania a interrumpir el suministro eléctrico en varias regiones, en medio del frío invernal. Además, este jueves una explosión sacudió el centro de Kiev mientras las defensas aéreas repelían un ataque ruso que coincidió con la visita del primer ministro británico, Keir Starmer.
De forma paralela a los bombardeos, prosiguen los combates en el terreno. Esta semana el servicio de Inteligencia surcoreano reveló que unos 10.000 soldados norcoreanos combaten junto a las tropas rusas en Ucrania. Se calcula que cerca de 300 militares norcoreanos habrían muerto y unos 2.700 habrían sido capturados en el conflicto. Según Seúl, los soldados habrían recibido presiones para suicidarse antes de ser atrapados por las tropas ucranianas.