Una oleada de drones y misiles rusos lanzados en Kiev dejaron el martes al menos 28 personas muertas y más de 130 heridas, muchas de ellas de gravedad. En medio del caos, los equipos de rescate han trabajado durante horas entre los escombros, recuperando cadáveres, asistiendo a heridos y buscando supervivientes atrapados. Solo en un edificio residencial derrumbado se han encontrado 23 cuerpos, por lo que la cifra de víctimas podría seguir aumentando. Según las autoridades locales y varios testigos, Rusia empleó una nueva clase de munición de racimo, esferas de metal del tamaño de un puño diseñadas para aumentar el daño entre la población civil. 

Este nuevo ataque masivo refuerza las peticiones del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a una respuesta internacional más contundente frente a lo que calificó como “terrorismo puro” por parte de Moscú. “El mundo entero, Estados Unidos y Europa deben reaccionar de una vez como las sociedades civilizadas reaccionan ante el terrorismo”, indicó el mandatario. Mientras tanto, Rusia y Ucrania completaron una nueva fase del intercambio de prisioneros de guerra acordado en Estambul: regresaron grupos militares de ambos bandos, aunque ninguno de los dos países reveló la cantidad exacta.