Es la pregunta que desde hace demasiado tiempo se hacen grandes y medianas potencias, servicios diplomáticos, prensa regional e internacional. ¿Qué hay en juego en Afganistán? Es, también, la pregunta que ha destruido un país tachado de inhóspito, ingobernable y medieval, pero que fue —y podría ser— próspero. Lo llaman “el cementerio de los imperios”. Pero eso obvia lo más evidente, lo que hemos visto un día tras otro durante las últimas décadas: la geoestrategia, la guerra y el radicalismo han convertido a Afganistán en un cementerio para los propios afganos.
Mientras escribo estas líneas, el movimiento talibán entra en Kabul y el presidente afgano, Ashraf Ghani, sin un ápice de dignidad, ya ha abandonado el país. Sea cual sea el régimen que se forme ahora, sería inexacto hablar de una vuelta de los talibanes, porque nunca se fueron. Ahora, con la salida estadounidense —que,…
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