Fuera máscaras. Se acabaron los subterfugios. En tiempos de rampante desinformación, una verdad brilla como un anuncio de neón: el dinero manda. Bajo las new rules de Trump, se han apagado los discursos que hablaban del imperativo moral de extender el progreso, y refulge una gigantesca luz verde en la carrera por amasar mayores fortunas.

No siempre fue así. En sus primeros años de pillaje y destrucción, el colonialismo iba disfrazado con vistosos ropajes de pedagogía y vendía las ‘bondades’ de nuevos modos de vivir, organizarse, trabajar y, sobre todo, obedecer.

En la sangrante crónica de los colonialismos —que buscaban materiales y tierras ajenas para transformarlos en dinero y poder propios—, uno de los más salvajes fue la sistematización del expolio del Congo por parte del rey Leopoldo II de Bélgica.