El Ejecutivo estadounidense echó este miércoles el cierre por primera vez desde 2018 tras la falta de acuerdo en el Senado sobre la financiación federal. Hasta que exista la posibilidad de acordar una nueva ley de financiación, este escenario supone suspender gran parte de la administración pública y que cientos de miles de empleados públicos dejen de trabajar —y de cobrar su sueldo—. El cierre afectará a diferentes servicios, como museos y parques, pero se mantendrán los más esenciales, como militares en servicio activo, agentes federales o empleados de hospitales financiados con fondos federales.
Desde 1976, Estados Unidos ha vivido 20 cierres: el más largo de todos fue el anterior en 2018, también con Donald Trump, que batió el récord con 34 días y causó una pérdida de 11.000 millones de dólares. Habitualmente se recurre a medidas provisionales para prorrogar el presupuesto anterior, pero esta vez no ha habido acuerdo. Se espera, no obstante, que la situación se resuelva pronto para evitar consecuencias imprevisibles.
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