
El jueves Trump hizo uno más de sus anuncios-espectáculo. Presentó aranceles globales, que afectarían, sobre todo, a la Unión Europea. De aprobarse, las consecuencias económicas serían desastrosas.
Al presentarlas, Trump, que las llama “tarifas recíprocas”, quiere intervenir sobre los sistemas fiscales de la Unión Europea.
Cree que el IVA es un arancel que discrimina a Estados Unidos y quiere acabar con él, aunque sea un impuesto interno que pagan los consumidores.
También ha dicho que la Unión Europea ha castigado con multas y regulaciones a las grandes tecnológicas de los Estados Unidos y los aranceles serían una manera de compensarlo, pese a que el comercio internacional tiene un funcionamiento mucho más complejo. Los aranceles, de aprobarse finalmente, entrarían en vigor el 2 de abril.
En el pasado, Donald Trump ha hecho otros anuncios que no son más que intentos de posicionarse con fuerza ante futuros procesos de negociación. Muchas de las medidas que anuncia no han llegado a aplicarse nunca o lo han hecho muy degradadas.
Uno de los riesgos que afronta Europa ante la negociación radica en que Trump querrá aprovecharse de las crecientes diferencias de enfoque entre países, algo que socava la unidad de criterios de la Unión Europea. Todo ello en un momento de entendimiento entre Rusia y Estados Unidos.