El buen odio

No perteneces a un lugar —como por ejemplo Cuba— hasta que no comienzas a injuriarlo y maldecirlo

El buen odio

Texto: Carlos Manuel Álvarez

Fotografía: Nuria López Torres

Perdí a mi novia una tarde en el Museo del Louvre. Ella no tenía teléfono y le dije que no se separara de mí. No duramos juntos cinco minutos, una legión de asiáticos se interpuso entre nosotros y quedamos extraviados como dos cuerpos que se hunden, se pierden…

Contenido solo para socios/as

Otra forma de ver el mundo es posible. Si te haces ahora socio/a, tendrás acceso ilimitado a la web, y recibirás cada año nuestra revista en papel con más de 250 páginas y un libro de la colección Voces.

Suscríbete ahora
Ir al principio
Esta web, como todas, usa cookies. Si estás de acuerdo, pincha en 'Aceptar'.