Mahmoud regenta un negocio familiar en la parte oriental de Jerusalén. El ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023 y la posterior venganza de Israel han vaciado las calles de la ciudad santa de extranjeros y los bolsillos de los palestinos de séqueles. Ese ataque, sin embargo, ha devuelto al conflicto entre Israel y Palestina a un primer plano mundial y en el establecimiento de Mahmoud las estanterías están más llenas que nunca, llegan novedades cada semana y le llaman de todas partes del mundo para pedirle consejo y recomendaciones. Mahmoud, con mucha paciencia, incluso ha organizado un seminario vía Zoom para colegas de su gremio en Sicilia.
Gaza ha roto el bloqueo y ha entrado con fuerza en los hogares y corazones de medio mundo. La pregunta es si ha venido para quedarse o si, pasados unos meses, nos olvidaremos del genocidio, la hambruna y la brutal destrucción. Israel ha tratado de controlar el relato desde el primer momento. Para ello nos ha cerrado la puerta a los periodistas internacionales y ha asesinado a más de 210 colegas y trabajadores de medios locales, según el recuento de Reporteros Sin Fronteras. Es el grado máximo de censura, pero no le ha funcionado. Los periodistas gazatíes dan cada día una lección de profesionalidad y se la juegan para informar desde el conflicto más sangriento de la historia para la prensa.
Mahmoud también combate contra la censura y resiste en su pequeña taifa de la calle Saladino. Hace siete meses la Policía lo visitó y le castigó de forma severa por cumplir con el trabajo de la familia. Acabó en la cárcel, junto a su hermano Ahmad, pero los soltaron pasados dos días y volvió, sin dudarlo, a su tienda, que es su vida. Desde entonces no ha parado de recibir muestras de solidaridad, pero el negocio resiste porque es una empresa familiar y se han apretado el cinturón.
El bueno de Mahmoud vende libros, es el propietario de la Educational Bookshop, el templo de los libros publicados sobre el conflicto de Oriente Medio. “Estamos ante un boom editorial sin precedentes. Salen novedades cada semana, los clásicos se reeditan, las obras clave se traducen a otros idiomas y, lo más importante, los editores apuestan por escritores palestinos. Como ha ocurrido con los periodistas en Gaza, ya no necesitamos que otros escriban nuestra historia”, explica desde un despacho que es el sueño de todo periodista especializado en la región, con todos los libros imprescindibles observando desde las paredes. Libros que han venido para quedarse y que para cuando pase el tiempo no olvidemos el genocidio, la hambruna y la brutal destrucción.
—Mahmoud, llama la atención el gran número de ensayos. Falta novela palestina. ¿No te parece llamativa la ausencia de ficción? —le pregunto.
—Para nada, el autor palestino no necesita inventar nada. Su vida propia o la de cada uno de sus vecinos tiene lo necesario para escribir un libro sin necesidad de recurrir a la imaginación.
La realidad supera cualquier tipo de ficción en esta parte del mundo y el 7 de octubre es un capítulo más de este realismo doloroso. Un capítulo escrito con sangre.