Doce miradas tras los atentados

Una selección de imágenes de fotoperiodistas que han cubierto el ataque terrorista en Barcelona

Una furgoneta recorrió quinientos metros de Las Ramblas de Barcelona el 17 de agosto y se llevó por delante a una multitud. El ataque se saldó con catorce muertos, a los que luego se sumarían otros dos —el conductor cuyo coche secuestró uno de los terroristas huidos y una mujer atacada en Cambrils—, y más de 120 heridos de 34 nacionalidades.

Muchos fotógrafos habituados a trabajar en zonas de conflicto cubrieron, esta vez en casa, el horror que empezó en ese medio kilómetro que separa la Plaza de Cataluña del lugar donde se detuvo el vehículo. El dolor de los familiares, el temor, la valentía, la angustia, las manifestaciones, las muestras de solidaridad… Como en otros atentados ocurridos en Europa, las escenas que se sucedieron aquel día y los siguientes quedaron documentadas en imágenes que dieron la vuelta al mundo.

Hemos pedido a varios de los fotoperiodistas que estuvieron allí que escojan una imagen de las tomadas durante su cobertura. Las fotografías, cada una comentada por su autor, construyen a partir de sus miradas el retrato de una sociedad golpeada por los ataques.

Samuel Aranda. Las Ramblas, 18 agosto

Samuel Aranda for The New York Times

Después de muchos años trabajando en Oriente Medio documentando el dolor de otros, esta vez tocó en casa. Ahora me puedo llegar a imaginar cómo se sienten mis amigos yemeníes cuando salen a la calle con miedo a que les caiga una bomba del cielo, o mis amigos gazatíes cuando lloran a sus muertos. Dos días después del terrible atentado en Barcelona, un bombardeo saudí dejó decenas de muertos en Saná (capital de Yemen), todos ellos civiles. Casi no apareció en las noticias. Como en todo en la vida, los muertos también están separados entre los de primera, los de segunda y los que no importan a nadie. Deberíamos aprender, deberíamos exigir cambios.

En la foto aparecen flores colocadas en uno de los lugares del ataque, donde aún se puede ver algo de sangre. Era al día siguiente del atentado. Había una multitud en Las Ramblas, casi como si no hubiera ocurrido nada la víspera. Pero el ambiente estaba apagado y la gente hablaba muy bajo.

Jordi Pizarro. Plaza de Cataluña, 18 agosto

Jordi Pizarro

El limpiabotas sentado cerca de la fuente de Canaletas, el señor que alquilaba sillas para sentarse a contemplar los vaivenes de la gente, los niños mirando las casetas de animales… Mucho han cambiado Las Ramblas de Barcelona desde mi recuerdo de la infancia, cuando mi abuelo me llevaba de la mano caminando. Pero siempre han sido un lugar lleno de vida, incluso a pesar de que los barceloneses ya habíamos dejado de pasear en ellas. Esta semana, sus ciudadanos han vuelto a ocuparlas.

El atentado ha sido un golpe duro para todos los que vivimos y amamos Barcelona. Nuestra frágil burbuja ha sido arrollada por unos jóvenes de Ripoll también víctimas del fanatismo. Después de estos días viviendo de primera mano todo lo sucedido me quedo con esta foto, con la solidaridad del pueblo catalán, con el No tenim por, con la gente de Barcelona y con las flores, mensajes de paz y velas para construir altares a lo largo de Las Ramblas. Hacía tiempo que estas calles no veían tanta vida y tristeza.

Emilio Morenatti. Las Ramblas, 18 agosto

Emilio Morenatti / AP Photo

En los últimos años he cubierto siete u ocho ataques terroristas en diferentes ciudades. Londres, Manchester, París… En todos estos lugares he visto cosas comunes tras los atentados, como las velas y las flores. Pero este ha ocurrido en mi propia ciudad, se me hace más difícil enfrentarme a esta situación.

Esta imagen es de un día después del atentado. Hubo, de nuevo, un momento de tensión en Las Ramblas en el que fascistas y antifascistas se enfrentaron y la gente se encerró en los comercios, muy asustada. Fue eso lo que me llamó la atención: las expresiones de estas personas, sus caras asustadas tras las verjas cerradas de la tienda.

José Colón. Las Rambplas, 20 agosto

José Colón

Estos días se ha hablado mucho de discursos de odio y división, pero lo que yo encontré es todo lo contrario. Encontré mi Barcelona de siempre, la que se une, la que sale a la calle para condenar un hecho discriminatorio. Las comunidades musulmanas convocaron una gran manifestación para el domingo y se acabó sumando toda la sociedad catalana.

Esta foto está hecha al inicio de Las Ramblas. De repente vi a este chico con cresta que se paró a hablar con las chicas musulmanas y pensé: ¡Esto es Barcelona! Una ciudad de convivencia, de mezcla de culturas, de tolerancia. Es lo que me ha emocionado. Ver cómo, pese a todo, somos capaces de unirnos en el respeto.

Marina Calahorra. Las Ramblas, 19 agosto

Marina Calahorra

Dos días después del atentado, cuando Las Ramblas habían recuperado algo de normalidad, un grupo de taxistas inició una marcha volteando la zona con sus coches para agradecer el calor recibido de la sociedad. Al verlo, la gente que estaba paseando empezó a aclamar a los Mossos, invitándoles a hacer lo mismo. En ese momento pasaba por allí el furgón de la foto, que abrió la puerta para devolver el gesto. Estaban muy emocionados. La gente les aplaudía y les cogía de la mano.

He cubierto muchas manifestaciones en Barcelona y me ha llamado la atención esta actitud desde y hacia los Mossos, porque habitualmente es todo lo contrario. Fue uno de los momentos que más me emocionaron, por su espontaneidad y sinceridad.

Javier Luengo. Las Ramblas, 20 agosto

Javier Luengo

Esta foto está tomada durante la manifestación de la comunidad musulmana el domingo, tres días después del atentado. Para el lunes se había convocado una manifestación oficial, pero esta fue espontánea, empujada por la rabia. Había mucha emoción. Reivindicaban que están en contra del terrorismo, que los musulmanes también son víctimas.

Bajaron por Las Ramblas para depositar flores en el mosaico de Joan Miró, donde se paró la furgoneta. La mujer que se ve en la foto avanzó un poco y ella misma puso el cartel que se ve encima: ‘No somos terroristas, somos víctimas’. Colocó la flor y empezó a rezar. Se hizo un minuto de silencio, algunas mujeres lloraban. En la imagen hay mucha información visual, pero tan aislada que casi es silenciosa: era el momento del silencio, del rezo, de la solemnidad. Me pareció fundamental mostrar que la comunidad musulmana está en contra del terrorismo.

Francisco Seco. Las Ramblas, 24 agosto

Francisco Seco / AP PHOTO

Esta foto me gusta porque condensa todo lo que pasaba en el resto de Las Ramblas. Había gente en silencio, gente con ojos llorosos, gente que hacía fotos, gente que ponía velas, gente que pasaba por allí.

Segundos después de la imagen, dos chicas se acercaron a depositar una vela. No dejaban de llorar y acariciar una camisa de Mossos que alguien había colocado entre las flores. También había personas que parecían más preocupadas por grabarse colocando una vela que por la ofrenda en sí. Este es uno de los altares que más creció estos días y de hecho se ve cómo las velas del centro, las primeras que se pusieron, ya están apagadas.

Guillem Valle. Las Ramblas, 18 agosto

Guillem Valle

Tras años trabajando en zonas de conflicto creía estar relativamente inmunizado a los eventos dramáticos. No es así. Aunque me cueste aceptarlo, el hecho de que esta vez le haya tocado a mi ciudad me ha chocado más de lo esperado. Quizá se debe a nuestro egocentrismo cultural, que hace que demos más importancia a los muertos de Barcelona que a los de Saná o Mosul.

Los días siguientes al ataque cientos de personas se fueron acercando al memorial improvisado en Las Ramblas para depositar flores y velas. Muchos desconocidos se abrazaban y pocos hablaban. Un acto extraño de unidad en este paseo de Babel, tan ajeno ya a los habitantes autóctonos. Si a esto le sumamos que al día siguiente se celebró una manifestación antifascista y antirracista, es fácil que uno se reconcilie un poco más con la ciudad.

Olmo Calvo. Ripoll, 19 agosto

Olmo Calvo

El sábado 19 de agosto fui a Ripoll, el pueblo donde vivían los terroristas. Habían pasado dos días desde los atentados y allí había ya decenas de periodistas buscando historias en cada rincón. Me enteré de que por la tarde había convocada una concentración en la plaza del Ayuntamiento.

Cuando llegué me encontré a un grupo de mujeres con hiyab. Entre ellas estaban las madres de los chicos muertos en Cambrils y del entonces huido Younes. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Sus hijos habían asesinado a quince personas y luego habían sido abatidos por la policía. No podía imaginar su dolor, pero intenté fotografiarlo cuando rompieron a llorar. La de esta foto, una de las más afectadas, es Halima, madre de Mohamed Hychami.

Santi Palacios. Las Ramblas, 21 de agosto

Santi Palacios

Me encontré con esta escena cuatro días después del atentado. Nada más llegar al memorial que se colocó sobre el mosaico de Joan Miró, en Las Ramblas, dos policías de uniforme, una mujer, un niño y una niña se abrazaron en círculo tras encender una vela.

Cuando pregunté me dijeron que aquel niño, Iván, había querido ver a los policías que le habían ayudado durante el atentado. Horas más tarde recibí un mensaje de su madre, en el que decía querer que su hijo recuerde ese abrazo… y no lo que vivieron el día 17 de agosto en Las Ramblas.

Maria Jou Sol. Plaza de Cataluña, 27 agosto

María Jou Sol

La imagen muestra a una madre abrazando a su hijo durante la gran manifestación contra el terrorismo. Cada día miles de personas sienten miedo en diferentes partes del mundo, pero esta vez ha sido aquí. Quienes sufren no son los causantes del dolor, igual que no existen religiones ni razas culpables. No puedo llegar a entender el dolor de las madres que perdieron a sus hijos, de los hijos que perdieron a sus madres, padres, hermanos, amigos.

La furgoneta del ataque acabó en el mosaico de Miró, con el que el artista quiso dar la bienvenida a los extranjeros. Barcelona se ha unido y se ha abrazado.

Yayo Pino. Las Ramblas, 19 agosto

Yayo Pino

Entre la gente que depositaba flores en Las Ramblas me llamó la atención este niño. Sus padres estaban de pie justo detrás pero él permanecía inmóvil, pensativo, con la mano apoyada en la cara y sin quitar la vista de la vela. No sé si era consciente de lo que había pasado, pero lo parecía. Cuando llegué estaba así y cuando me fui, pasado un rato, continuaba igual.

Decidí que, pese a lo impactante de ver a tanta gente allí reunida, el protagonista de esta escena era él y su encarnación de la inocencia y a la vez grandeza que tiene la ciudad. Barcelona estaba volcada contra la atrocidad.

Hazte socio/a ahora y consigue "Jóvenes"

Además, podrás acceder a todos nuestros contenidos digitales y disfrutar de descuentos especiales

Suscríbete ahora
Ir al principio
Esta web, como todas, usa cookies. Si estás de acuerdo, pincha en 'Aceptar'.