Fotografía

El vacío de Siria

La fotógrafa siria Carole Alfarah se asoma al lado más íntimo y olvidado de su país

Lugares desiertos, habitaciones vacías, agujeros en las paredes. Hombres y mujeres cuya voz no se oye y que, sin haberlo elegido, son parte de un conflicto que dura ya más de cinco años. Las fotografías de Carole Alfarah van más allá de la crudeza de masacres y enfrentamientos. Destilan silencio y dolor, y construyen un relato en el que ella es testigo y víctima al mismo tiempo. Como millones de sirios, Alfarah tuvo que huir a causa de la guerra que está devastando su país. Dejó su hogar en 2012 y desde entonces vive en España, aunque ha vuelto a su Siria natal varias veces para documentar la profunda herida abierta por el conflicto.

Esa mirada a su patria rota se ha materializado en My beloved broken home, un trabajo fotográfico que se adentra, con el máximo respeto, en la intimidad de lugares y personas golpeadas por una violencia que ya no es noticia. “Conozco muy bien mi país y tengo con él una relación personal. Es como cuando retratas a alguien a quien amas y con quien tienes una relación especial: lo fotografías de un modo íntimo y diferente a como lo harías con alguien a quien no conoces lo suficiente”, explica Alfarah.

La fotógrafa no oculta el daño que le ha hecho el conflicto sirio. “Descubrí lo frágil que soy. Cada vez que vuelvo a Siria me siento una extraña en mi propia patria. Visito lugares totalmente desiertos, con sensación de temor; otros en los que hay personas que viven con muy poco, y otros en los que hay personas que no tienen siquiera ese poco para sobrevivir”.

Con sus imágenes y testimonio, Carole Alfarah nos cuenta una historia que es la de millones de sirios en la sombra del conflicto. Este es un viaje comentado por diez de sus fotografías.

1. Un viejo mapa del mundo en un libro hallado en los escombros de un barrio destruido en Homs. La escritura en árabe dice “Mapamundi político”. Homs, Siria, 2014. 

Carole Alfarah

Encontré este libro abierto en una calle destruida. La escena era chocante: una amplia calle con todos los edificios arrasados y las pertenencias de la gente por el suelo. No podía entender la razón. ¿Por qué todas aquellas cosas estaban en la calle? ¿Un huracán, un tornado, un terremoto? Empecé a fotografiar todos los objetos que encontré bajo los escombros. Cada uno de ellos contaba algo sobre una persona desconocida.

No sé qué tipo de libro era este, no lo toqué. Todas las escenas que vi las dejé tal y como las hallé.

2. Aguas residuales inundan una calle en la parte antigua de Homs tras un mes de combates entre el Ejército Sirio y los rebeldes. Homs, Siria, 2014.

Carole Alfarah

Fue un día duro. Estaba trabajando para The Wall Street Journal con un periodista y fixer de Homs. Desde lejos vi mucha agua cubriendo la calle y me acerqué a ver qué era. Una escena tan surrealista… El olor de las aguas residuales era horrible y no podía respirar. Me cubrí la cara con un pañuelo. Estaba asustada, triste y enfadada. Nunca olvidaré ese día. No hay vida en esa calle. No queda nada de vida. Nada, absolutamente nada. Solía decir que aquella agua verde y sucia representaba la guerra sucia en mi patria, que acabó con todo tipo de vida.

3. Una silla en el interior de una tienda con la persiana agujereada por las balas tras un duro enfrentamiento entre el Ejército sirio y los rebeldes. Homs, Siria, 2014.

Carole Alfarah

No me gusta la violencia. No me siento cómoda cuando estoy rodeada de personas armadas. Por eso evito fotografiar a gente armada o combates, pese a que en un par de ocasiones me he visto obligada a sacar este tipo de escenas por encargos profesionales. Pero en mi trabajo personal no muestro personas armadas. Creo que quienes tienen el poder no necesitan que yo hable sobre ellos. Son lo suficientemente fuertes, y sus propios actos sangrientos relatan quiénes son.

4. Una mujer sentada con su hijo en una estrecha habitación de la vieja casa de Damasco en la que vive junto a su marido y su hijo tras resultar desplazados. Damasco, Siria, 2013.

Carole Alfarah

Los dueños de esta vivienda dieron cobijo a diez familias que buscaron refugio después de que su localidad natal fuera bombardeada en las afueras de Damasco. Elijo fotografiar la categoría olvidada de personas y lugares, la de aquellos que no tienen poder, ni siquiera voz para gritar y decir: ¡Basta! Elijo las víctimas silenciosas de la guerra de Siria, aquellas que no quieren ser parte del conflicto pero perdieron todo por una guerra que no eligieron.

5. Varias personas rodean el coche fúnebre con los restos de María Kahla, de 19 años, asesinada junto a su padre y dos amigos en un ataque suicida cuando acudían a la universidad de Damasco. Damasco, Siria, 2012.

Carole Alfarah

Estaba volviendo a casa desde el hospital tras encontrarme con varias víctimas de un coche bomba. La calle que llevaba a mi casa estaba cerrada a causa de un gran funeral en la iglesia de detrás. Conseguí entrar después de mostrarles que yo vivía allí. Era una escena desgarradora, todo el mundo lloraba y gritaba. Era el funeral de una chica de 19 años, que fue asesinada junto a su padre y dos de sus amigos por un coche bomba cuando se dirigían a la universidad. Recuerdo que había un joven gritando, estaba como loco, como si hubiera perdido la cabeza. Luego supe que era el novio de la chica muerta.

6. Khaled Hassan Hassan, un trabajador de la construcción de 32 años, vive en una casa con sus hermanos y sus familias. Sobrevivió a una gran explosión en su barrio. Damasco, Siria, 2012. 

Carole Alfarah

Esta es la experiencia de Khaled:

“Me levanté para ir al trabajo. Pocos minutos después hubo una explosión. Nuestra casa tembló y un humo negro lo llenó todo. Corrí con mi hermano a la calle para ver qué había ocurrido y de pronto se produjo una segundo explosión, más fuerte. Caí a tierra… Pensando en mi mujer y mis hijos, corrí hacia casa. Vi al hijo de mi vecino, le faltaba una mano —estaba a varios metros de su cuerpo. Luego oímos fuego cruzado. Esto no es el islam. Yo no estudié en una escuela religiosa, pero sé que los musulmanes no se deben matar entre ellos”.

7. Manchas de sangre en el lavabo de un apartamento alcanzado por un ataque suicida con coche bomba que dejó decenas de víctimas. Damasco, Siria, 2012. 

Carole Alfarah

Me desperté temprano, sobre las siete de la mañana, por el ruido de una fuerte explosión. Sin pensar, me cambié, cogí mi cámara, y me fui al lugar de la explosión. Besé a mi madre y le dije que volvería enseguida. No estaba segura de que fuera a cumplir mi promesa, eso no dependía de mí. En esta guerra son muchos los que salieron de sus casas prometiendo a los suyos volver y nunca más volvieron. Al llegar, encontré un escenario horrible. Entré en una casa. El domicilio es inviolable en mi país. Nadie puede entrar en una casa ajena sin el consentimiento de sus dueños. Pero esta casa estaba vacía, no había nadie dentro. El lavabo estaba cubierto de sangre. Deseé que los habitantes de esa casa estuvieran bien.

8. Daños dentro de un dormitorio cercano al lugar donde la explosión de un coche bomba dejó decenas de víctimas. Damasco, Siria, 2012.

Carole Alfarah

Durante 2012 buscaba a aquellos que habían sobrevivido a ataques con coches bomba en la capital siria. Solía ir a los lugares después de una explosión y buscaba a los supervivientes, iba a hospitales y domicilios, y conocía a personas normales que estaban de camino al trabajo, a la escuela, a la universidad, y otros que simplemente estaban en casa.

9. Un desplazado interno que abandonó su hogar después de sufrir un bombardeo recibe dos colchones de una organización internacional. Afueras de Damasco, Siria, 2013.

Carole Alfarah

Después de 2012 empecé a centrarme en desplazados internos, aquellos que perdieron sus casas, sus trabajos, su seguridad. Muchos de ellos vivían en edificios en construcción, en refugios colectivos en las escuelas, o en pequeñas habitaciones alquiladas. Al mismo tiempo, solía documentar la destrucción que dejaban las explosiones masivas, combates y bombardeos, y las trazas de vida humana que quedaba en sus casas, lugares íntimos.

10. Una furgoneta supuestamente utilizada en un ataque suicida, en medio de un barrio desierto. Los vecinos huyeron a causa de los intensos enfrentamientos entre el Ejército sirio y los rebeldes. Damasco, Siria, 2013. 

Carole Alfarah

Me siento demasiado pequeña y sin poder frente al sufrimiento de mi gente, frente a la enorme destrucción de la vida y de los lugares, frente al odio, la muerte diaria y la injusticia. Documentando el lado olvidado de la guerra siria intenté resguardar en nuestra memoria la dignidad de la gente. Pero también estoy demasiado cansada, y rota, y me está costando demasiado recuperarme.

‘Marzo’, un vídeo de Carole Alfarah

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