Mohamed: un adolescente que resistió en Gaza

El pequeño de la familia Hammad se exponía cada día a las bombas para encontrar agua, comida y leña con la que subsistir en el norte de la Franja

Mohamed: un adolescente que resistió en Gaza
Mohamed Hammad, de 17 años, en Jordania tras salir de Gaza. Guillem Trius

“La guerra ha afectado a todo el mundo, pero en especial a los más jóvenes”, dice Mohamed, de 17 años. “Cualquier plan de futuro se ha esfumado. Solo pensamos en conseguir agua, leña, comida y medicamentos”. Cada día hay que luchar por sobrevivir, “es como si estuviésemos viviendo en una selva”.

Mohamed es el pequeño de la familia Hammad. Al igual que su hermano Monjed, cada día, durante año y medio, se lanzaba a las desoladas calles del norte de Gaza en busca de leña, comida y pozos donde poder conseguir agua potable, algo muy difícil en cualquier punto de la Franja.

Antes de los ataques del 7 de octubre de 2023, los palestinos ya sufrían duras limitaciones al acceso del agua. Israel controlaba todas las vías de suministros, tanto en Gaza como en Cisjordania; eso incluía restricciones como la prohibición a perforar nuevos pozos, ahondar en los que ya existían, instalar mecanismos de bombeo o el acceso a fuentes naturales como manantiales o el río Jordán. 

La operación sorpresa de Hamás contra los kibutz cercanos a la Franja proporcionó una excusa a Israel para redoblar los esfuerzos en su estrategia por secar los territorios palestinos. Como respuesta, el Ejército se apresuró a atacar todos los acuíferos e infraestructuras. La única opción de conseguir agua en Gaza desde entonces es mediante la exploración de pozos —la mayoría contaminados o de agua salada— o los camiones cisternas que entran a cuentagotas, pero el reparto es insuficiente y a menudo muchas personas no llegan a tiempo para recibir su parte, por lo que la mayoría terminan consumiendo agua de mala calidad.

En Gaza es sencillo contraer alguna enfermedad. Si no es por el agua contaminada, lo es por la escasez de alimentos que hacen que miles se enfermen; o por la falta de medicamentos que hace que miles no puedan tratarse adecuadamente; o por las nubes de polvo que levantan las bombas o por razones aparentemente tan banales como cocinar. En casa, Monjed ayudaba a su madre a encender el fuego de una pequeña cocina de leña improvisada, situada cerca de una ventana para que el humo no invadiera el piso, pero este lo inundaba de todas formas. “Era imposible no inhalar el humo de la cocina, nos costaba respirar, tosíamos”.

Los problemas respiratorios también forman parte del ‘Menú de Gaza’: el proyecto fotográfico que armó la familia Hammad para denunciar el uso del hambre como arma de guerra. Cada día, Mohamed; sus hermanos, Monjed y Dalia; y sus padres, Kayed y Amal, trabajaban en equipo para poder cocinar un plato que luego fotografiaban y enviaban al periodista y cofundador de la revista 5W Mikel Ayestaran, quien publicaba en su cuenta de Instagram. La serie ganó premios como el Ortega y Gasset y el Zampa de Fotoperiodismo.

“Me sentía muy orgulloso de lo que hacíamos porque estos platos reflejan nuestro sufrimiento como palestinos en Gaza”, dice. “Es algo que hemos hecho no solo por nosotros, sino por nuestra gente”.

Muy pronto ‘Menú de Gaza’ pasará a ser un libro que podrás encontrar en librerías de toda España gracias a una campaña de crowdfunding que lanzamos hace unas semanas y que permanecerá abierta hasta el 7 de septiembre. Aún estás a tiempo de sumarte a la iniciativa y hacerte con un ejemplar aquí.

Más de 500 platos de resistencia después, a finales de junio de este año, la familia Hammad huyó de Gaza y puso rumbo a España donde tratan de construir una nueva vida. “Al principio me costó mucho entender que habíamos llegado a un lugar seguro. Aquí no hay bombardeos ni drones sobrevolando nuestras cabezas. Sin embargo, no consigo estar tranquilo pensando en el resto de personas que siguen allí”. El cuerpo está a salvo pero la mente no puede olvidar lo vivido. “Hay imágenes que nunca olvidaré, como los pedazos de cuerpos mutilados instantes después de caer una bomba”.

Le preguntamos también por su futuro: “De momento no sé qué haré. Aún me quedan dos años para ir a la Universidad, pero primero tengo que tratar de adaptarme a la nueva realidad”. Aunque a largo plazo espera regresar a Gaza. “Creo que pasará tiempo antes de que podamos volver, pero deseo volver a mi tierra. Mi sueño es que en Gaza haya paz. Una paz verdadera”.

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