Lo que me consuela de la niebla es que tarde o temprano termina esfumándose. Quizá nos envuelva un manto blanco, opaco. Denso. Tal vez en algún momento parezca que resultará imposible atravesarla, dejarla atrás. Pero la niebla está compuesta de diminutas gotas de agua suspendidas en el aire. Y es, por tanto, un estado pasajero. Efímero.
Contenido solo para socios/as
Otra forma de ver el mundo es posible. Si te haces socio/a ahora, tendrás acceso ilimitado a la web. Además, recibirás ‘Agua’, el nuevo número de la revista en papel.
Suscríbete ahora