El criminal de guerra blanco

Estados Unidos y Europa defienden una justicia internacional para el resto del mundo, nunca para sí mismos

Cada vez que leo una columna de opinión de Henry Kissinger en The Wall Street Journal o leo sus recetas para terminar con un conflicto, me acuerdo de Christopher Hitchens y su documentado libro pidiendo la detención del exsecretario de Estado norteamericano. En Juicio a Kissinger, el periodista británico detalló cómo el estadista estadounidense apoyó las matanzas de cientos de miles de civiles en la guerra de Indochina, las purgas anticomunistas de Suharto en Indonesia, el intento de aniquilación de Timor Oriental o el genocidio de Bangladesh en 1971. Súmenle sus intrigas para llevar al poder a dictadores del peor pelaje, desde los confines de África a Latinoamérica, con miles de víctimas adicionales, y ahí lo tienen: el perfecto criminal de guerra.

La petición de Hitchens, por supuesto, no prosperó. La razón es sencilla: ser blanco y occidental es un eximente en la comisión de las peores violaciones de los derechos humanos.

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David Jiménez

David Jiménez ha sido reportero de guerra, corresponsal y director del periódico El Mundo. Como enviado especial cubrió conflictos en más de 30 países, incluidos Afganistán, Corea del Norte o Birmania. Sus libros han sido traducidos a media docena de idiomas e incluyen el bestseller El director, sus memorias sobre el año que dirigió El Mundo.

También ha publicado Hijos del monzón, premio al Mejor libro de literatura de viajes de España; El botones de Kabul, novela inspirada en su cobertura del conflicto afgano; y El lugar más feliz del mundo. Su último libro es la novela El corresponsal.

Nieman fellow por la Universidad de Harvard, David Jiménez ha trabajado los últimos años como columnista en The New York Times y cronista del diario alemán Die Welt.

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