Veinte camiones. Diecisiete camiones. Catorce camiones. La ayuda humanitaria entra en Gaza con cuentagotas y tras dos semanas de negociaciones y llamadas entre los actores del conflicto. Lo que está llegando a la Franja es solo el 4% de lo que entraba antes de la guerra, según Naciones Unidas. Entonces, ya el 80% de una población de 2,3 millones de personas dependía de la ayuda humanitaria para subsistir. La mayoría entraba en Palestina por el mismo lugar que lo hace ahora: el paso fronterizo de Rafah, en Egipto.
Rafah es la única ruta para que la ayuda entre en Gaza desde fuera de Israel, y también la única salida para sus habitantes que no conduce a territorio israelí. Es el rincón más alejado de las bombas que estos días castigan la Franja y hasta allí han llegado miles de palestinos buscando refugio, pero también poder escapar a un territorio seguro.
El 13 de octubre Israel pidió a los gazatíes que abandonaran la capital y se fueran al sur, a esa frontera con Egipto. Mientras huían, les bombardeó. Pasaron diez días antes de que se llegara a un acuerdo que ha permitido la entrada, más simbólica que efectiva, de víveres y medicinas a territorio palestino. Durante ese tiempo Egipto dejó claro que no aceptaría una entrada masiva de refugiados: solo daría acceso a los que tuvieran pasaportes de otras nacionalidades, entre ellos unos 500 estadounidenses. Tampoco permitirá que se asienten en el norte del Sinaí, como sugirió Israel. Y reiteró que debe haber una solución de dos Estados y que el palestino debe tener “las fronteras acordadas en 1967 y la capital en Jerusalén”, según el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi.
En medio de una crisis humanitaria sin precedentes, en la que no cesan los bombardeos e Israel se prepara para una incursión terrestre, ¿por qué Egipto se muestra reacio a una apertura humanitaria de mayor calado? Las razones son muchas y pasan por un delicado encaje político, en el que el paso de Rafah sirve a los intereses egipcios en sus relaciones bilaterales con Estados Unidos e Israel, pero también a otras razones prácticas que atañen a su seguridad fronteriza, su deseo de no involucrarse como parte activa del conflicto bélico y su potencial responsabilidad si forzase una entrada de ayuda unilateralmente.
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