Trump invocó la paz en el mundo pero hizo la guerra en Irán

El ataque de EEUU contra Irán es la versión trumpista de la guerra contra el terrorismo de Bush

Trump invocó la paz en el mundo pero hizo la guerra en Irán
Trump se retira tras su comparecencia para explicar el ataque contra Irán, acompañado por el vicepresidente, J.D. Vance, el secretario de Estado, Marco Rubio, y el secretario de Defensa, Pete Hegseth. Carlos Barria / AP

“Entrar en Oriente Medio es la peor decisión que se ha tomado nunca en la historia de nuestro país”.

No es la reacción de un opositor de Trump a su ataque recién lanzado contra Irán, sino una frase que el propio Trump escribió en sus redes sociales en 2019, durante su primer mandato como presidente de Estados Unidos.

“Fuimos a la guerra bajo una premisa falsa y ahora desmentida, las armas de destrucción masiva. ¡No había ninguna!”, escribió entonces, en alusión a la invasión de Irak de 2003. Su actual directora de inteligencia nacional, Tulsi Gabbard, dijo hace unas semanas que Irán no estaba construyendo la bomba nuclear, pero él ya se ha encargado de decirle que está equivocada.

Con su retórica, Trump ha llevado las contradicciones a límites intolerables para el sentido común, una facultad individual y colectiva con cada vez más desprestigio en todo el mundo. La palabra “paz” ha sido la más repetida en el corto pero denso camino que ha llevado a Trump a atacar Irán, solo cinco meses después de tomar posesión por segunda vez como presidente de Estados Unidos. Pese a las amenazas, Irán fue el país con el que no se atrevieron sus predecesores.

“Irán, el matón de Oriente Medio, ahora debe hacer la paz”, ha dicho Trump en su comparecencia en la Casa Blanca para contar que había empezado la guerra.

Antes y después de las elecciones, Trump se ha presentado como pacifista y pacificador, mediador y estadista. En Gaza, en Ucrania, en Cachemira, en la República Democrática del Congo. Porque una de sus obsesiones es ganar el premio Nobel de la Paz. “Tendría que haberlo ganado cuatro o cinco veces”, dijo hace poco. Pakistán, de hecho, anunció ayer —antes de saber del ataque— que lo nominaría a ese premio tan deseado. Estratagema tan irónica como brillante: la India, teórico aliado de Estados Unidos, no reconoció a Trump su papel en la mediación con Pakistán tras el atentado en Cachemira de hace unas semanas, que enfrentó a las dos potencias nucleares del Sur de Asia. Pakistán quiere que el conflicto de Cachemira se internacionalice, y esta es su forma de agasajar a Trump.

Es el realismo político, que vuelve una y otra vez. La paz es su gran víctima. La paz ha sido manipulada, una vez más, para hacer la guerra, esta vez en Irán. Pero las últimas semanas de diplomacia internacional —por llamarla de alguna manera— contienen una dosis de cinismo adicional. Hay una nueva pirueta. La guerra produce la paz, por lo tanto es parte del mismo proceso de pacificación, que se mantiene impecable.

Más del discurso de Trump: “Habrá o bien paz o bien tragedia para Irán, mucho mayor que la que ha sufrido en los últimos ocho días”. Lo ha dicho también el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, eufórico al conseguir arrastrar a Estados Unidos a esta guerra: “Primero viene la fuerza, luego viene la paz”.

El ataque de Israel al que ahora se suma Estados Unidos se produjo justo antes de una nueva ronda de negociaciones sobre el programa nuclear iraní, el mismo que está siendo atacado ahora mismo. Es otra de las consecuencias de este ataque: en los procesos de paz, se penaliza la voluntad de negociar y se premia la violencia o la fuerza de la cual se dispone. La teoría de la disuasión de la Guerra Fría, más viva que nunca: si no quieres que te ataquen, consigue el arma (atómica).

La invocación de la paz para organizar la violencia no solo es cínica, sino que también causa confusión por estar descaradamente desubicada. Para describir la propaganda de George W. Bush con Irak se tiró de ironía y se acuño el término “armas de engaño masivo”. Con Trump desaparece el miedo al engaño, porque dice una cosa, la contraria y la contraria de la contraria, hasta que la verdad —y la mentira— se disuelven. Y nadie sabe qué pensar.

“¡Es hora de la paz!”, escribió Trump en sus redes sociales después del ataque.

Veamos en qué consiste esa paz, o sea, ese ataque.

El ataque va más allá del programa nuclear iraní

Contenido solo para socios/as

Otra forma de ver el mundo es posible. Si te haces ahora socio/a, tendrás acceso ilimitado a la web, y recibirás cada año nuestra revista en papel con más de 250 páginas y un libro de la colección Voces.

Suscríbete ahora
Ir al principio