Ensayo

El horror que no cesa en Sudán

Con las mismas prácticas empleadas en el genocidio de Darfur hace 20 años, un grupo paramilitar toma el último bastión de esta región del oeste sudanés

El horror que no cesa en Sudán
Un hombre en el campo para personas desplazadas de Al-Hilu, al que llegaron 12.000 personas a causa del conflicto. Guy Peterson / Panos Pictures / ContactoPhoto

A vista de satélite, una masacre tiene el aspecto de bultos, sombras oscuras y manchas rojas. Una imagen más digerible que la de hombres tratando de huir y siendo perseguidos y ametrallados a sangre fría. O que la de los cuerpos desmadejados y ensangrentados, en el suelo o en sus camas, de los pacientes del Hospital Saudí, cuyos cadáveres se ven en los vídeos que las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) han difundido, autoincriminándose… O que la imagen de mujeres y niñas violadas

Quizá la del satélite es la distancia también a la que hay que mirar el horror en Sudán para que las emociones no nublen el juicio al analizar los “crímenes de guerra”, y potencialmente de “lesa humanidad”, que Naciones Unidas advierte que se han cometido (y se siguen cometiendo) en Darfur, una región clave del oeste sudanés. Dos años y medio después de empezar la guerra civil en Sudán, las RSF tomaron El Fasher, la última capital de la región que quedaba en poder del Ejército sudanés, al mando de Abdel Fatah al Burhan, que sigue controlando la capital, Jartum, y buena parte del este sudanés. Son los dos bandos en una guerra en la que han muerto al menos 150.000 personas.

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