Cada vez hay más voces que hablan de una gran alianza fuera o incluso contra Occidente, con China como punta de lanza. Pero el orden internacional es tan complejo y contradictorio que no permite esbozar esa caricatura.
Una fotografía del 3 de septiembre muestra a varios de los principales autócratas del planeta más allá Occidente: está tomada en la Plaza de Tiananmen y en ella aparece el líder chino, Xi Jinping, flanqueado por dos dictadores amigos, Vladimir Putin y Kim Jong-un. El contexto es el del gigantesco desfile con motivo del 80 aniversario de la rendición de Japón y el fin de la Segunda Guerra Mundial. Xi se parece cada vez menos a la primera vez que lo vi en los pasillos del Palacio del Pueblo en 2011, a punto de entrar a una reunión, cuando diplomáticos extranjeros susurraban a los corresponsales que él, Xi, era el elegido. Y qué buena elección, decían: era humano y hablaba inglés.
Más de una década después, con la atención mundial concentrada en Gaza y en el creciente protagonismo de Donald Trump en un esperado plan de paz, los líderes autócratas de China y Rusia se mantienen al otro lado de la escena global y alejados de los principales foros internacionales, como la asamblea general de la ONU. Sus estrategias pasan por proyectar fuerza y ganar legitimidad ante sus propios ciudadanos
Contenido solo para socios/as
Otra forma de ver el mundo es posible. Si te haces ahora socio/a, tendrás acceso ilimitado a la web, y recibirás cada año nuestra revista en papel con más de 250 páginas y un libro de la colección Voces.
Suscríbete ahora