La bomba que nunca debió lanzarse

Un crimen de guerra salvaje e inhumano ha sido minimizado, justificado y elevado al panteón de las heroicidades bélicas

El presidente estadounidense Harry Truman definió la misión como un «éxito». Apenas habían pasado dieciséis horas desde que, por primera vez, poblaciones civiles fueran exterminadas con bombas nucleares. Más de 140.000 muertos en Hiroshima; otros 80.000 en Nagasaki. Los días 6 y 9 de agosto de 1945 debieron quedar grabados en la conciencia colectiva de la infamia, pero sabido es que la historia la escriben los ganadores.

Y vaya si la reescribieron, meticulosamente.

Un crimen de guerra salvaje e inhumano ha sido desde entonces minimizado, justificado, rodeado de un aura de inevitabilidad e incluso elevado al panteón de las heroicidades bélicas.

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David Jiménez

David Jiménez ha sido reportero de guerra, corresponsal y director del periódico El Mundo. Como enviado especial cubrió conflictos en más de 30 países, incluidos Afganistán, Corea del Norte o Birmania. Sus libros han sido traducidos a media docena de idiomas e incluyen el bestseller El director, sus memorias sobre el año que dirigió El Mundo.

También ha publicado Hijos del monzón, premio al Mejor libro de literatura de viajes de España; El botones de Kabul, novela inspirada en su cobertura del conflicto afgano; y El lugar más feliz del mundo. Su último libro es la novela El corresponsal.

Nieman fellow por la Universidad de Harvard, David Jiménez ha trabajado los últimos años como columnista en The New York Times y cronista del diario alemán Die Welt.

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