Ucrania, crónica en imágenes de un año de guerra

Diego Herrera

De los meses previos a la invasión a los combates recientes en el Donbás: las imágenes del fotoperiodista Diego Herrera

Los primeros momentos fueron de incredulidad. El 24 de febrero de 2022, la invasión rusa de Ucrania abrió la herida más profunda de la Europa actual. Se calcula que desde ese día la guerra ha dejado más de 300.000 muertos o heridos y ha obligado a huir del país a más de 8 millones de personas

Fuera de las fronteras ucranianas, la guerra ha disparado la tensión estratégica global y ha impulsado múltiples crisis, desde la energética a la alimentaria —el país estaba entre los mayores exportadores mundiales de maíz, trigo y cebada—. Dentro, ha dejado un rastro de miedo y precariedad, de pérdidas humanas, de destrucción y resistencia.   

El fotoperiodista Diego Herrera (Bilbao, 1991) ha pasado buena parte del último año en territorio ucraniano para cubrir las consecuencias de una guerra que, en realidad, se había abierto mucho antes en el Donbás (este de Ucrania): en 2014, grupos armados separatistas apoyados por Rusia tomaron allí parte de las regiones de Donetsk y Lugansk. Kiev respondió con una operación militar, y se desencadenó en esa zona una cruenta guerra conectada con la que hoy asola todo el país.  

Diego Herrera había vivido en la vecina Moldavia y seguía de cerca el conflicto en el Donbás. Tras un primer viaje a esa región en 2021, regresó a Ucrania en febrero de 2022, antes de que Moscú lanzara su ataque a gran escala. “Ni siquiera los soldados ucranianos se esperaban que aquello fuera a ocurrir. Ellos, igual que yo, no creían que Rusia fuera a lanzar una invasión”, dice. El ataque del 24 de febrero fue el inicio de una cobertura que llevó al fotoperiodista desde el Donbás a Kiev, de Bucha a Bakhmut, de Chernigov a Zaporiyia o Toretsk, entre muchas otras localidades, para documentar las consecuencias del conflicto. 

Recorremos, a través de imágenes comentadas por él mismo en primera persona, un año de la guerra que está en boca de todos.   

Los meses previos: el Donbás

La guerra en el Donbás fue el preludio del actual conflicto a gran escala. Viajé a esta región por primera vez en 2021 para documentar cómo vivía la gente después de siete años de un conflicto que estaba enquistado. Me encontré con una gran carencia de servicios y problemas sociales derivados de penurias económicas, que se acentuaban aún más en el frente de batalla. 

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Esta fotografía fue tomada el 20 de febrero de 2021 en Verknotoretske (Donetsk), en una zona que ahora está ocupada por los rusos. Entonces ya quedaban muy pocos habitantes. Por la calle me encontré con esta mujer, Elena, de 50 años, que me quiso enseñar un proyectil que había caído allí muchos años atrás. También me mostró el ganado y unas gallinas que tenía. Le hice la foto en el momento en que tomaba una de ellas. 

Elena trabajaba en una cafetería en la carretera que iba a la ciudad de Donetsk. Cuando empezó la guerra se quedó sin trabajo, sin nada. La familia seguía allí pese a que no había apenas servicios. Llevaban una vida precaria. Habían llegado a estar ocho meses sin luz, agua ni gas. En la actualidad, la historia se repite: la situación que ellos sufrían entonces es la que se vive ahora en otros puntos del frente pero aún peor, porque la guerra es más cruda.

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Aquí vemos a varios soldados ucranianos dirigiéndose al frente de Marinka, un pueblo pegado a Donetsk. Era el 15 de febrero de 2022, pocos días antes de que comenzara la invasión rusa. La fotografía está tomada en la propia zona del frente; había edificios destruidos y allí trabajaban francotiradores e infantería. Se vivía un conflicto congelado, la vida era de trinchera. Dentro del pueblo, más allá de esta línea de frente, seguían viviendo civiles y había incluso una escuela abierta. Ahora todo el pueblo está prácticamente destruido. 

Entonces ni siquiera los soldados se esperaban lo que iba a pasar: se hablaba de una posible invasión, pero muchos pensaban que era simplemente una amenaza, un juego de poder. Lo que dominaba era el cansancio después de ocho años de conflicto.

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Esta es la ciudad minera de Toretsk, en el Donbás, poco antes de que comenzara la invasión rusa. Esta ciudad vivía principalmente de la minería del carbón, pero la mina sé cerró algunos meses después de la invasión. Del negro carbón pasó a la oscuridad de la guerra. La fotografía es de 18 de febrero de 2022. Había varias mujeres conversando en una calle: sus casas eran las últimas antes del frente de batalla. Decían que en enero y febrero los combates se habían intensificado mucho y que solo en 2017 había ocurrido algo parecido. 

En esta zona tenían suministro de gas y no vivían mal, los edificios estaban intactos. Pero decían que el conflicto les había afectado mucho económicamente. Les pregunté si en algún momento se habían planteado marcharse, y me decían lo mismo que otras personas con las que hablé: ¿Adónde vamos con la edad que tenemos? No tenemos dónde ir, empezaríamos de cero sin nada. 

Los primeros días

Durante los primeros días de la invasión las columnas de tanques rusos avanzaban hacia Kiev [o Kyiv, en ucraniano], algo que no esperábamos. Yo decidía mis movimientos según dónde había más actividad. Primero fui a Severodonetsk (Lugansk) porque había recibido información de que iba a haber una evacuación general. Estuve un día y de allí viajé a Kiev para cubrir lo que ocurría en la capital. En aquellos momentos había mucha gente huyendo. 

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Esta fotografía fue tomada el 26 de febrero de 2022, dos días después de que Rusia lanzara los primeros bombardeos a gran escala. Me encontré a esta pareja en la plaza del Maidán, en Kiev. Estaban cantando y tocando una guitarra. En un momento dado se emocionaron y se abrazaron, y tomé la foto. 

Esos días había miedo: la gente vivía en las estaciones de metro o se marchaba. Según fue pasando el tiempo, la vida volvió. Al principio no había ni siquiera suministros en los supermercados, no había prácticamente nada. 

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A este centro de reclutamiento de Kiev llegaba de forma voluntaria mucha gente que quería coger un arma y defender su país. Esta imagen fue tomada el 28 de febrero, cuatro días después del inicio de la invasión. Había grupos de voluntarios y jóvenes reclutados que esperaban instrucciones. Muchos iban a las llamadas Defensas Territoriales, encargadas, por ejemplo, de los puestos de control; algunos incluso iban a los frentes de Irpín o Bucha. Aquí se apuntaban y recibían un arma. Luego les llevaban a hacer entrenamientos militares. Eran muchísimos los voluntarios que se apuntaban para luchar. No solo hombres, también se veía a algunas mujeres. 

Ahora parte de estos civiles voluntarios están ya integrados en el Ejército, se han profesionalizado. Muchas de estas personas han llegado a ir al frente.  

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En esta imagen del 1 de marzo de 2022, una mujer mira por la ventana de un tren que parte desde Kiev hacia la ciudad de Lviv, en la frontera con Polonia. La estación de Kiev estaba abarrotada de gente desesperada: se veían despedidas, gente llorando porque dejaba atrás a padres, hijos, maridos… Eran momentos muy duros. Se marchaban sobre todo mujeres y niños. Aquellos primeros días había nervios, desesperación e incertidumbre. La gente huía como podía. 

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A principios de marzo muchas personas se dirigían sobre todo a Lviv y desde allí a Polonia. Esta fotografía del 1 de marzo muestra cómo un grupo camina hacia un tren con destino a esa ciudad fronteriza. Más adelante, cuando las tropas rusas se retiraron de los alrededores de Kiev, algunas personas empezaron a volver a la capital. 

También en otras zonas la gente ha regresado a sus casas después de haber huido al principio de la invasión. Lo que más me sorprendió fue la zona del Donbás: en abril estaba todo cerrado, no había prácticamente ni gasolineras activas. En mayo y junio ya empezaba a haber más actividad. Y cuando regresé el pasado noviembre había más gasolineras y comercios abiertos. La vida volvió pese a que el frente está allí.

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Saqué esta foto el 5 de marzo en el famoso puente de Irpín, cerca de Kiev. En primer plano se ve cómo un voluntario transporta varios fusiles kaláshnikov, mientras un grupo de civiles se dispone a cruzar. El puente fue volado por las tropas ucranianas tras el intento ruso de tomar Kiev. 

Aquí se cruzaban soldados con civiles: los primeros iban al frente, los segundos huían. Había muchísima prensa. A los civiles les había sorprendido el avance ruso hacia Kiev y habían quedado atrapados. Hubo muchos muertos, no solo por ejecuciones como las de Bucha, sino también por los bombardeos. Se habló de hacer un corredor humanitario durante ciertas horas, pero fue bombardeado.   

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En la localidad de Bilohorodka, al sur de Irpín, había otro puente —se ve al fondo de la imagen—. Lo tenían todo preparado para volarlo por los aires si las tropas rusas avanzaban hasta allí. Esta mujer huía a pie con su marido desde otro pueblo cercano. Venía llorando. Los bombardeos eran muy fuertes y estaba muy nerviosa, no sabía qué hacer. Era el 6 de marzo, habían pasado diez días desde la invasión rusa.

Destrucción

En el desarrollo del conflicto los medios desempeñan un papel muy importante, deciden qué se muestra. Esta es una guerra que, de momento, se está cubriendo mucho. Es posible que con el tiempo el público pueda estar más cansado de verlo, pero por ahora es un conflicto que se está mostrando.    

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En esta fotografía del 8 de marzo de 2022, varios civiles esperan para cruzar el puente de Irpín. Las imágenes de las personas que huían cruzando por allí se vieron mucho aquellos días. Era la única vía de escape que tenían los civiles de Irpín y Bucha: el rápido avance ruso les pilló por sorpresa. 

En este lugar había muchos coches que llegaban, dejaban a civiles para que cruzaran y luego volvían para traer a más civiles. Así continuamente. Había gente con movilidad reducida, personas mayores que no podían ni andar. Evacuaron incluso el hospital que estaba en la zona. Al otro lado les esperaban autobuses que los trasladaban a Kiev o a un punto más cercano, y desde allí a la estación o a centros habilitados temporalmente.

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El 6 de marzo de 2022, varios civiles murieron en el ataque ruso contra el corredor utilizado para evacuar a la población de Irpín. En la imagen, una madre, sus dos hijos y un voluntario yacen muertos tras el bombardeo al lado del puente. Nosotros estábamos haciendo fotografías de las personas que subían a los autobuses cuando empezó el bombardeo. Yo me metí en una especie de arroyo. Cuando el ataque paró avancé un poco: a unos 400 metros de donde había estado me encontré los cuerpos de la familia y el voluntario asesinados. Después de fotografiar esa escena empezaron a bombardear otra vez. 

La fotoperiodista Lynsey Addario hizo aquí la fotografía icónica del momento en que sucedió el ataque. Es una escena que dio la vuelta al mundo. Se comentó mucho la posición de la maleta, se hablaba de posible manipulación, de que alguien la había colocado así para la foto. Supongo que los soldados que cubrieron los cuerpos la acercaron, porque cuando recogen cadáveres también se llevan sus pertenencias. Cuando yo llegué, eso fue lo que me encontré. 

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Aquellos días Járkov, la segunda ciudad de Ucrania, estaba prácticamente vacía, no había casi nadie en la calle. Esta imagen es del 13 de marzo: este bombero estaba frente al edificio de la Administración regional, que estaba siendo desescombrado. El lugar había sido bombardeado el 1 de marzo; fue un ataque famoso porque quedó grabado por cámaras de seguridad. Habían pasado algunos días desde entonces, pero la vida en Járkov se hacía aún bajo tierra, en las estaciones del metro y los sótanos. 

El centro de la ciudad sufrió muchos ataques, porque allí se encontraban edificios como el de la Administración Militar o el Servicio de Inteligencia. El barrio de Saltivka, al norte de Járkov, también fue duramente bombardeado. Volví a la ciudad en mayo y para entonces ya se veía más vida en las calles. 

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Esta imagen es del 20 de marzo de 2022, después de un ataque en el este de Kiev. Un misil cayó en un patio de viviendas y destruyó casi todas las fachadas y ventanas. Cuando fui me encontré a esta familia que había entrado en su casa para limpiarla. Los tres aparecen observando cómo su salón ha quedado destruido. 

Muchos perdieron sus casas y tuvieron que marcharse a otros lugares —hacia el oeste, a ciudades como Lviv— o pedir refugio a amigos y familiares. Para las personas que han perdido la casa en esta guerra, la vida es muy difícil. Muchos están sin trabajo a consecuencia del conflicto y no tienen con qué financiarse. Además, deben afrontar inflación y subida de precios. Pueden ir a otro país, pero tienen que aprender el idioma y mantenerse es muy complicado. 

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En la madrugada del 17 de marzo nos avisaron de un ataque con un misil ruso en una zona de Kiev. Cuando fuimos allí encontramos a un hombre llorando la muerte de su madre. Parece que Rusia lanzó un misil, las defensas antiaéreas ucranianas intentaron destruirlo y parte del proyectil cayó en el edificio. La mujer vivía en el último piso y fue aplastada por los escombros.

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Aquí vemos a un civil intentando apagar el fuego provocado en una vivienda por un bombardeo ruso en Horenychi, cerca de Kiev. Era el 25 de marzo, se acababa de cumplir un mes de guerra. Los propietarios de la casa se habían marchado del país y habían dejado las llaves a sus vecinos. Uno de ellos intentaba apagar el fuego para que no destruyera la casa por completo. También estaban los bomberos y miembros de las Fuerzas de Defensa Territorial. 

Horenychi se encuentra cerca de Irpín y Bucha, en la zona en la que avanzaban las fuerzas rusas. Había miedo, porque nadie sabía cuánto iban a poder resistir el avance. A medida que pasaba el tiempo y se veía que los soldados rusos no ganaban terreno, la gente fue ganando confianza. Con la retirada rusa volvió la vida.

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Cuando las tropas rusas se retiraron de los alrededores de Kiev, en abril de 2022, la ofensiva se concentró en buena parte en el Donbás. Me desplacé a esa zona y estuve con la Brigada 24 del Ejército ucraniano. En la imagen se ven varios vehículos de misiles Grad en el frente del Donbás en dirección a Popasna (Lugansk) el 10 de abril, cuando las tropas ucranianas luchaban por frenar el avance ruso.

Popasna aguantó unos cuantos meses. Antes de la guerra estaba en manos ucranianas, pero se perdió y ahora está bajo control ruso. 

Muertos y heridos

Hay que vivir la guerra en el lugar para ver el sufrimiento que conlleva: es fácil hablar desde lejos o incentivar la guerra cuando no la vives, pero cuando todos los días ves funerales y familias rotas —padres que han perdido a sus hijos, hijos que han perdido a sus padres—, te cambia la forma de ver el mundo.

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En verano estuve en la ciudad de Bakhmut, en el Donbás. Hasta ese momento había muchos civiles que no habían huido, porque todavía se podía llevar una vida relativamente normal. Pero en julio y agosto empezaron los ataques intensos contra esa zona, se lanzaban muchísimas bombas de racimo. Yo había conocido anteriormente a los trabajadores de los servicios de emergencia y tenía buen acceso, por lo que me permitían acompañar a sus ambulancias. Íbamos prácticamente todos los días dos, tres o cuatro veces a atender alguna emergencia. 

En la fotografía se ve una de estas operaciones: soldados y trabajadores de emergencias transportan a una mujer herida por metralla tras un bombardeo ruso el 8 de agosto. 

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Cuando las tropas ucranianas empezaron a recuperar las zonas vecinas a Járkov encontraron esta fosa con diez soldados rusos en la aldea de Vilkhivka. La fotografía es del 9 de mayo. No sabemos quién los enterró allí, si los soldados rusos o los ucranianos. Se ha hablado mucho de que el Ejército ruso iba dejando muchos cadáveres atrás, no los recogía. Esto es un ejemplo de ello.

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En esta imagen, del 23 de mayo, se ve a un grupo de personas con movilidad reducida en la estación de tren de Pokrovsk para ser evacuadas del Donbás con destino a Dnipro, en el centro de Ucrania. Los están sacando de una zona que es un frente de guerra desde 2014. Cuando Rusia lanzó su invasión a gran escala, los bombardeos allí se volvieron a intensificar. La evacuación la organizó el Ejército ucraniano. 

Este tipo de evacuaciones se producen prácticamente todos los días en las zonas del frente: en Bakhmut, en Soledar… Cada día sale de la estación de Pokrovsk un tren de evacuación; suele llevar a las personas evacuadas a algún centro en Kramatorsk y desde allí a la estación de tren de Pokrovsk, donde toman un tren en dirección a Dnipro o a Lviv. 

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Estuve trabajando en Bucha dos o tres días en abril de 2022, después del repliegue de las tropas rusas. Aquellos días los voluntarios y trabajadores del cementerio iban a buscar los cadáveres de personas que habían sido ejecutadas por los soldados rusos o que habían muerto en bombardeos. Esta imagen, del 7 de abril, muestra una fosa común en la que habían sido enterrados muchos cuerpos durante la ocupación. 

En los primeros días tras la retirada rusa la población de Bucha estaba aliviada, pero también hablaban del miedo que habían pasado en el mes que la ciudad estuvo ocupada, de cómo se llevaban a civiles, cómo les rompían los móviles para que no dieran información… Hubo mucho miedo.  

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Los funerales en Ucrania son constantes, sobre todo en el oeste. Prácticamente todos los días se entierra a soldados. El funeral que aparece en la fotografía era el de un soldado ucraniano caído en Járkov. Era el 7 de mayo. La mayor parte de los fallecidos son por artillería, no disparos de bala. 

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Esta fotografía fue sacada el pasado 12 de enero en la ciudad de Toretsk, en el Donbás: los militares ucranianos sujetan a un soldado ruso capturado en el frente. No he visto muchas capturas de prisioneros en estos meses de cobertura. Después de traer al soldado ruso le empezaron a hacer preguntas: por qué estás aquí, por qué has venido. Me dijeron que cuando lo capturaron había otro soldado con él; intentó huir y lo mataron. 

En la parte del Donbás había antes más simpatía hacia lo ruso, pero eso ha cambiado después de la invasión. Muchas personas que antes eran más prorrusas han cambiado la mentalidad y ahora no quieren saber nada de ellos.

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Esta fotografía fue tomada en la ciudad de Chernigov el 5 de abril, en el momento en que un coche con un ataúd pasa frente a una vivienda destruida por los bombardeos rusos. Esta ciudad fue muy asediada al inicio de la invasión, murieron muchos civiles. Fue aquí donde las tropas rusas abrieron fuego sobre una cola de personas que esperaba para comprar pan y mataron a una decena de ellas. Yo llegué después de la salida de las tropas rusas.   

Esta imagen me parece curiosa por lo que condensa: la destrucción que se ve de fondo y la muerte representada por el ataúd. 

Resistencia

Desde el inicio del conflicto muchas personas se implicaron de distintas maneras: el que no se presentaba voluntario para luchar, ayudaba consiguiendo asistencia humanitaria o dinero. 

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En esta fotografía, del 3 de marzo de 2022, un grupo de voluntarios en la estación de Kiev transporta ayuda humanitaria proveniente del oeste. En general ha habido mucho apoyo civil, procedente de la propia Ucrania pero también de otros países. Muchos voluntarios extranjeros han querido ayudar tanto en evacuaciones como a la hora de conseguir material para llevarlo a las zonas necesitadas. 

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El hombre que aparece en esta imagen, del 17 de mayo de 2022, no vivía en esta casa de Bakhmut: se había marchado con sus padres tras el inicio del conflicto. Pero cuando la vivienda fue bombardeada decidió volver para limpiarla y poner unos tablones en las ventanas. El edificio está en el centro de la ciudad. Por ahora no ha vuelto a ser bombardeado, aunque las tropas rusas se encuentran cerca.

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Hice esta fotografía en Saltivka (Járkov) el 5 de mayo de 2022. Es un barrio que sufrió intensos bombardeos de las fuerzas rusas. La gente vivía en estaciones de metro o en sótanos, como esta niña. En ese momento estaba estudiando con una tableta, aunque no tenía internet. Hacían lo que podían con los recursos que había. Mucha gente no tenía adónde ir o no quería irse, porque le había costado mucho construir lo que tenía. 

Muchos niños sufren así la guerra: bajo tierra durante semanas sin poder salir por miedo a que los maten, sin poder relacionarse con sus amigos. Me he encontrado también con niños en zonas cercanas al frente. En lugares como Bakhmut, Soledar o Toretsk, las escuelas no funcionan y no hay internet. 

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Este edificio fue de los primeros bombardeados en Bakhmut. En esta fotografía, del 18 de mayo, aparecen trabajadores del servicio de emergencias en una operación de rescate después de un bombardeo ruso. Justo detrás del edificio había una base militar que aparentemente era el objetivo del ataque. Bajo los escombros encontraron el cuerpo sin vida de una madre que agarraba a su hijo, intentando protegerlo. Otra de las víctimas era un amigo de uno de los bomberos. 

Pese a lo duro de la situación, los trabajadores de emergencias no se mostraban derrotados. Prácticamente todos habían perdido sus casas o, si aún las tenían, estaban destruidas. Pero seguían trabajando y ayudando a los civiles que permanecían aquí. La mayoría tiene a sus familias fuera: algunas en Dnipro, otras en el extranjero. 

Diego Herrera

Esta fotografía fue tomada en un centro de voluntarios en Zaporiyia el 28 de marzo de 2022. Aquí se hacían redes para camuflar vehículos o cubrir algunas zonas de las trincheras. También hacían chalecos antibalas con hierros que procedían de un camión. Había personas cosiendo la tela para cubrir estas placas metálicas que ellos mismos soldaban, comida para distribuir entre los soldados… Pese a los meses de guerra, sigue habiendo muchos voluntarios. 

Diego Herrera

Cuando había un bombardeo o se destruían instalaciones, los civiles se volcaban en ayudar a limpiar y recoger. En esta fotografía del 17 de marzo, un grupo de personas trabaja en el salón de actos de una escuela que quedó dañada tras un bombardeo ruso en Kiev.

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Esto es Siversk, en el Donbás, el 31 de mayo de 2022, unos días antes de que las fuerzas rusas tomaran Lichisansk y Severodonetsk. Era la zona más cercana a esos puntos del frente y sufría bombardeos constantes. Fui con un bombero que había nacido en ese pueblo y nos encontramos con muchos vecinos que vivían en este sótano para protegerse de los ataques. Estaban desde hacía meses sin luz, gas ni agua. Me invitaron a pasar para enseñarme cómo vivían.

Un año después de la invasión, la situación es difícil. Bakhmut parece a punto de caer en manos rusas porque está rodeada por ambos lados. Después el avance ruso podría ser más fácil. Pero Ucrania va a seguir resistiendo mientras Occidente lo apoye, y al mismo tiempo Rusia sigue siendo una potencia y va a seguir invirtiendo en la guerra. Los soldados con los que he hablado piensan que la guerra va a ir para largo. 

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