En los últimos años han estado bajo el foco por su papel de combatientes contra Estado Islámico, pero las mujeres kurdas afrontan otras realidades mucho menos mediáticas: violencia de género, matrimonios forzados, pobreza y represión persisten en una comunidad conservadora y patriarcal, en la que las tasas de suicidios de mujeres que se inmolan a lo bonzo son las más elevadas de la región. Con una población de unos 40 millones de personas, la minoría kurda lleva décadas luchando por sus derechos en Irak, Irán, Turquía y Siria, los cuatro países en los que está repartida. Para el islam, como para el resto de las religiones abrahámicas, el suicidio va contra el carácter sagrado de la vida y es tabú en muchas zonas. Por eso —y por razones culturales, sociales y políticas— no hay estadísticas oficiales sobre estas inmolaciones, pero informes de organizaciones humanitarias e investigaciones…
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