¿La hora de Aung San Suu Kyi?

Apuntes sobre las elecciones birmanas y la ruta hacia la democracia (des)dibujada por la junta militar

¿La hora de Aung San Suu Kyi?
Pitx

WHAT

Birmania celebra unas elecciones generales relativamente libres y transparentes por primera vez en 25 años. Según los primeros resultados preliminares, el partido de la opositora Aung San Suu Kyi se encamina hacia la victoria.

A las urnas fueron llamados más de 30 millones de birmanos para elegir el 75% de los escaños de las dos cámaras del Legislativo. El otro 25% lo ocupan representantes elegidos directamente por las Fuerzas Armadas, una herencia de las cinco décadas de régimen militar que vivió el país, entre 1962 y 2011. Las cámaras que salgan de estos comicios se encargarán de elegir al nuevo presidente de Birmania en un proceso de designaciones y votaciones internas previsto para febrero.

Estas son las primeras elecciones generales consideradas libres desde 1990: aquel año obtuvo una contundente victoria en las urnas la Liga Nacional para la Democracia (LND) capitaneada por la opositora Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz en 1991. Pero la Junta Militar rechazó el resultado y anuló la validez de aquellos comicios.

WHO

Las elecciones pueden aupar finalmente al poder al partido liderado por Suu Kyi…

A las elecciones concurrieron más de 90 partidos, aunque los dos grandes protagonistas son el de Suu Kyi y la formación afín a los militares (el Partido del Desarrollo y la Solidaridad de la Unión, PDSU), del actual presidente, el exgeneral Then Sein. ¿Alcanzará la LND la mayoría necesaria para gobernar? Los numerosos partidos de minorías étnicas y religiosas pueden jugar un papel clave a la hora de negociar coaliciones.

…pero la Nobel de la Paz afrontaría obstáculos legales para asumir personalmente la presidencia.

Aunque su partido obtenga la victoria, hay serios escollos legales para que Suu Kyi, icono de la lucha por la democracia, asuma personalmente el poder. La Constitución birmana, aprobada por el régimen militar en 2008, prohíbe ocupar la presidencia a cualquier persona cuyo cónyuge o hijos sean extranjeros. Suu Kyi es viuda del británico Michael Aris y tiene dos hijos también británicos, por lo que por ley no podría ser presidenta. Para modificar la Constitución son necesarios más del 75% de los votos del Legislativo, así que de facto los militares, con el 25%, tienen poder de veto. Pese a todo La Dama, que pasó 15 de sus 70 años bajo arresto domiciliario, ha asegurado que si gana las elecciones tiene intención de gobernar.

WHEN

Birmania está en un proceso de apertura democrática impulsado por los propios militares.

El régimen militar, que llegó al poder por un golpe de Estado en 1962, fue durante décadas sinónimo de corrupción y de brutal represión. Sus políticas aislaron a Birmania de la comunidad internacional. Sin embargo, en los últimos años emprendió reformas para avanzar hacia lo que llamaron una “democracia disciplinada”. En 2010 organizaron unas elecciones diseñadas especialmente para perpetuarse en el poder, en las que no participaron los principales partidos de la oposición. El PDSU, brazo político de la Junta Militar, obtuvo la mayoría absoluta entre denuncias de fraude, intimidación y opacidad. Tras la victoria, el PDSU nombró un gobierno civil presidido por el exgeneral moderado Thein Sein. Este llevó a cabo un ambicioso programa de reformas económicas y sociales que incluyó mayor libertad de prensa y la liberación de presos políticos. A cambio, EEUU y otros países levantaron las sanciones que pesaron durante décadas sobre Birmania. El país comenzó a atraer inversión extranjera y mayor número de turistas, lo que ha hecho despegar su frágil economía. Tras crecer un 8,5% en el año fiscal 2014/2015, este año se espera un crecimiento más moderado, en torno al 6,5%, debido en parte a las devastadoras inundaciones que afectaron el país entre julio y septiembre y que estuvieron a punto de retrasar las elecciones.

WHERE

Birmania es un país rico en recursos pero lastrado por la pobreza y los conflictos étnicos.

Pese a contar con numerosos recursos naturales, cerca del 26% de la población de Birmania vive en la pobreza. La cifra se duplica en las zonas rurales, donde se concentra el 70% de la población. La esperanza de vida es de 65 años, entre las más bajas del Sudeste Asiático. Más de dos tercios de los birmanos carece de acceso a electricidad, faltan infraestructuras y las tasas de penetración de telefonía móvil e internet estaban en 2014  en el 20% y el 10%, respectivamente, aunque estos porcentajes están creciendo rápidamente con la entrada de nuevos operadores de telecomunicaciones privados.

Birmania alberga multitud de minorías étnicas repartidas por el territorio, lo que supone un problema de cohesión nacional. En amplias zonas, especialmente las fronterizas, actúan distintos movimientos rebeldes. El pasado octubre el Gobierno firmó un alto el fuego con ocho grupos étnicos armados tras dos años de negociaciones, pero fuera del acuerdo quedaron algunos de los movimientos más activos. El país, mayoritariamente budista, también vive episodios de violencia sectaria y discriminación. Una de las comunidades más perseguidas es la de los rohinyás, minoría musulmana que habita cerca de la frontera con Bangladesh. Se calcula que son cerca de un millón. El Gobierno ni siquiera les reconoce como ciudadanos birmanos, por lo que en estos comicios no tienen derecho a voto.

WHY

Lo que pase después de estas elecciones es crucial por varias razones.

Lo que pase a partir de ahora demostrará el compromiso de los militares con las reformas y la construcción de un Estado realmente democrático. Y los resultados finales de los comicios demostrarán el apoyo real de la población a Aung San Suu Kyi. Pese a su indiscutible popularidad, en los últimos meses han surgido voces detractoras que la acusan de ser poco flexible y autoritaria. Algunos sectores de la comunidad internacional occidental también han criticado su silencio ante la persecución que sufren los rohinyás. En Birmania la cuestión de esta minoría musulmana levanta ampollas, y no implicarse es parte de la estrategia política.

El PSDU, apoyado por los militares, concurrió a estos comicios esgrimiendo el argumento de la estabilidad. La LND de Suu Kyi lo hizo con el del cambio para la libertad y los derechos. La cita es también clave para las minorías étnicas, repartidas en un mosaico de partidos que buscan una mayor autonomía. Si finalmente es necesaria una coalición, los pequeños partidos étnicos podrían ser la llave al poder.

Aunque más libres que durante el régimen militar, estos comicios están lejos de ser un proceso totalmente democrático. Y no solo porque el 25% de los escaños de las Cámaras ya estén asignados a los militares. La Comisión Electoral, que se supone imparcial, está presidida por un exgeneral seguidor del PSDU. También se han denunciado numerosos errores e irregularidades en el censo electoral y discriminación en las normas para registrar votantes.

¿Qué importancia tienen estos comicios en el escenario global? China ha tenido una significativa implicación histórica en Birmania, pero durante los últimos años EEUU se ha fijado en el país y ha animado el proceso aperturista. En estas elecciones también se dirime la influencia de estas dos grandes potencias en la región.

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