El 11 de marzo de 2011 un terremoto de 9 grados sacudió el noreste de Japón. El tsunami que lo siguió causó cerca de 20.000 muertos y un accidente nuclear que inscribió para siempre a Fukushima en una de las páginas más negras del archipiélago. El temor a la radiación pasó a contaminarlo todo en esta región, que pareció convertirse en sinónimo de pueblos fantasma, terrenos baldíos y una agricultura, pesca y ganadería destrozadas. Nueve años después, todavía hay cerca de 50.000 personas fuera de sus hogares y zonas inhabitables por la radiactividad. Unos 4.000 operarios trabajan cada día para desmantelar la planta nuclear. Es un reto titánico y una carrera contrarreloj: más de una tonelada de agua contaminada utilizada para enfriar los reactores se acumula en gigantescos bidones en la planta nuclear, y se prevé que para mediados de 2022 se agote el espacio para…
Contenido solo para socios/as
Otra forma de ver el mundo es posible. Si te haces ahora socio/a, tendrás acceso ilimitado a la web. Además recibirás 'La paz herida', nuestro número 7 en papel con más de 250 páginas. En otoño te enviaremos el nuevo ejemplar de la colección 'Voces'.
Suscríbete ahora