Historias ocultas del Estrecho

Marcos Moreno

La migración en la frontera entre España y Marruecos, a través de diez años de imágenes del fotoperiodista Marcos Moreno

España se ha convertido en el país europeo con más llegadas por mar en 2018. El cierre progresivo de la ruta libia, entre otros motivos, ha hecho que supere a Italia o Grecia. Hasta el momento son 27.614 las personas llegadas a las costas españolas este año. La estadística se ha repetido en los medios de comunicación a medida que crecía durante las últimas semanas, aunque las cifras no tienen nada que ver con, por ejemplo, el millón de personas que llegó a Europa en 2015.

Algunas miradas se posan ahora sobre una ruta que en realidad no es nueva. ¿Cómo llegan las personas migrantes y refugiadas desde Marruecos hasta España? El fotoperiodista Marcos Moreno (La Línea de la Concepción, España, 1974) lleva una década fijándose en los indocumentados, los ilegales, los sin papeles: en esas personas etiquetadas con palabras crueles y que intentan cruzar el Mediterráneo. Su trabajo en la llamada Frontera Sur le ha llevado a cubrir las llegadas al litoral, pero también a ver cómo algunos de ellos salían de Marruecos, se escondían en cuevas o arriesgaban la vida en una balsa de juguete.

“La denuncia me llevó a la fotografía, y esta al fotoperiodismo. Me interesé cada vez más por lo que pasaba en medio del estrecho de Gibraltar, cómo venían estas personas y cuál era su situación en Marruecos”, dice Moreno. Son años de cobertura en los que ha visto a personas ahogarse, pero también a jóvenes que han acabado jugando a fútbol en Francia o trabajando de cocineros y mozos de almacén. Moreno, que cubre como freelance la zona para medios como Associated Press y El País, ha publicado su trabajo en The New York Times y National Geographic, entre otros.

En esta selección fotográfica, Moreno cuenta en primera persona el periplo de los que cruzan el estrecho de Gibraltar y nos acerca a los detalles menos conocidos y a las historias ocultas de este movimiento migratorio.

Montes de Tetuán. Diciembre de 2013

Accedí a esta cueva gracias al consentimiento de los migrantes, porque había trabado una relación con ellos y me conocían bien. En esta zona cercana a Tetuán ellos crean unos campamentos cercanos a la carretera, pero son ficticios: los ponen ahí para que los mkhaznis, fuerzas paramilitares de Marruecos, los encuentren y crean que es ahí donde viven, pero en realidad están más al interior, en otros campamentos o incluso en cuevas. Así nadie les roba y los dejan tranquilos. Viven en condiciones primitivas, solo pueden hacer fuego. Es un terreno escabroso… Allí pueden pasar incluso meses, aunque depende de cómo se organicen, de cuánto tiempo estén previamente en los llamados pisos patera… Tenían que beber del río, todos tenían problemas de estómago. Dependían de la ayuda de algunas organizaciones pequeñas.

Afueras de Boukhalef, septiembre de 2015

Esto es chocante: una persona viva durmiendo encima de otra que está muerta. Mucha gente había sido expulsada de los pisos patera de Boukhalef, en el norte de Marruecos. Antes de ir para verlo por mí mismo, contacté con uno de los migrantes y me dijo que había 86 personas allí. Quedamos con él a las seis de la mañana para ir, y me encontré con esta imagen: una persona durmiendo sobre una tumba. Me dijeron que no tenían más remedio que dormir allí, porque eran acosados por los mkhaznis. Pensaban que allí no los molestarían.

Playa de Levante de La Línea, marzo de 2009

Recibí una llamada telefónica. Me dijeron que había aparecido un cadáver de un subsahariano en la playa. Supe que era un migrante porque recientemente había desaparecido una patera, y el temporal de levante podía hacer que apareciera aquí, en La Línea. Había muchos curiosos en la playa: no era algo habitual que llegaran cadáveres a la orilla. La policía había acordonado la zona. Esperé a que los agentes cubrieran el cadáver con una manta para hacer la fotografía. Este es un sitio al que normalmente vas a disfrutar. Yo mismo me baño allí, voy con mi familia.

El estrecho, junio de 2018

Esta es una imagen del estrecho de Gibraltar tomada desde Tarifa. Algo más de 14 kilómetros separan España de Marruecos en la parte más cercana. Yo nací en La Línea, en la frontera. Durante toda mi vida he sufrido colas de horas y horas esperando para entrar y salir de Gibraltar, donde tenemos familia y amigos. Siempre me han llamado la atención las fronteras: empecé por la mía, Gibraltar, donde hay una gran diversidad de razas y religiones, y luego pensé en otras.

Cabo de Malabata, diciembre de 2013

Llevaba mucho tiempo cubriendo la situación desde Tarifa, en España, y tenía inquietud por saber cómo pasaban desde Marruecos. Esta imagen captura el momento en que bajan hacia la costa para intentar cruzar el Estrecho. Me llamaron por la noche y me dijeron: “Hoy es el día”. Llegó el coche del mafioso marroquí, un Renault 21, y solo tenía el asiento del conductor, para que pudiera caber más gente. Era noche cerrada pero había luna. Empezamos a atravesar la montaña, cada vez que oíamos un ruido nos agachábamos y nos escondíamos… Me llamó la atención cómo llevaban la balsa: liada y desinflada en una lona azul para que no se pinchara.

Desde la costa marroquí, diciembre de 2013

Después de varias paradas y una buena caminata, llegamos a unos veinte metros del mar y veo que ellos se colocan: estiran las piernas y juntan los pies, los ponen por debajo de la balsa para que no se pinche. Esta vez no conseguirían salir… De hecho, el cabecilla, el que está inflando la balsa, murió la siguiente vez que lo intentó. Cuando ya casi estaban preparados, vi en el horizonte a un grupo de personas, gente con palos: los mkhaznis. Lo primero que hice fue quitar la tarjeta de memoria de la cámara y guardarla. Me colgué la cámara y esperé a que llegaran. Empezaron a gritarles, les hicieron levantarse, miraron hacia mí, vieron que era blanco… Hicieron una fila con los migrantes y yo iba el último. Después de andar mucho, llegamos a una garita militar, los metieron a todos en una habitación y a mí me dejaron fuera con una una silla de plástico. Les quitaron los móviles, todo lo que tenían. Me querían acusar de tráfico de personas, pero al final no encontraron nada y me soltaron. Nuestro traductor y nuestro chófer estuvieron detenidos un mes. Les retuvieron además el pasaporte durante once meses, hasta que se pusieron en huelga de hambre y lo recuperaron.

Aguas marroquíes, diciembre de 2012

Me uní a una operación de rescate con la Cruz Roja. Su barco se llamaba Hermes. Recibimos una llamada de Tarifa Tráfico que nos decía que había varias pateras en el estrecho de Gibraltar, e inmediatamente se activó a Salvamento Marítimo y a Cruz Roja. Fue el típico día que te levantes y dices: va a pasar algo. Vimos una patera de once o doce personas, entre ellas dos mujeres. La Marina marroquí aparentemente las estaba rescatando. Pero cuando se dieron cuenta de que Salvamento Marítimo y Cruz Roja estaban allí, se pusieron nerviosos, empezaron a nadar hacia el barco de Salvamento Marítimo… Cuando la Marina marroquí vio que no podía manejar la situación, nos dio permiso para hacer el rescate. Hay una chica incluso que no vio llegar los barcos españoles y que estaba subiendo la escalera. Cuando llegó, un marroquí le dio un guantazo. Ella se tiró al agua para ser rescatada por Salvamento o Cruz Roja.

Rescate, diciembre de 2012

Es el mismo día. Antes de esta imagen, el patrón estaba rescatando a la mujer que se había tirado por la borda y un marinero estaba rescatando a otro hombre. Yo hacía fotos, pero miré hacia el mar de frente y vi una mano fuera del agua. Vi la cara de una persona con los ojos abiertos mirándome, tiré la cámara hacia atrás y lo enganché. Lo saqué del agua, pude rescatarlo. Iba con uno de esos chalecos que en vez de hacerte flotar, te hunden. Luego cogí mi cámara y seguí trabajando. El chico que está ahora ayudando a otro es el que rescaté.

Balsa de juguete, diciembre de 2012

Cuando vi esta barca de juguete, me pareció algo increíble: no la había visto nunca hasta entonces. Son como las que usa mi hija en la playa. Había seis personas medio hundidas, recuerdo que iban sacando agua con un cubito de playa. El rescate se efectuó sin ningún problema. Ese día se rescataron algunas embarcaciones más.

Rumbo a Tarifa, noviembre de 2012

Esta imagen también es de la Hermes de la Cruz Roja, pero otro día. Fue después de rescatar a una patera. Íbamos camino a Tarifa, era invierno, la gente venía con hipotermia, con frío. Observé que un voluntario de la Cruz Roja abrazaba y daba calor a uno de los rescatados, y me pareció un instante bonito después de los momentos tan intensos que habíamos vivido. No tardamos demasiado: entre veinte y cuarenta minutos. En estas situaciones, hay gente que llora, gente que grita boza, boza (libertad), gente que ríe de alegría, gente que reza… He visto de todo.

Puerto de Tarifa, agosto de 2014

En aquel agosto llegaron 1.300 personas en dos días. En ese momento estaban llegando tres embarcaciones de rescate al puerto de Tarifa. Los repuntes migratorios siempre tienen que ver con lo mismo: la política, el dinero y la relación entre la Unión Europea y Marruecos. Es lo mismo que está pasando ahora. Algunas de las personas que llegaban en estos barcos ya me conocían. Mi perfil de Facebook se había convertido en un tablón de anuncios en el que ellos veían, desde Marruecos, quién había llegado, quién había desaparecido… Es algo que he seguido haciendo con el tiempo. Me gusta que esa información les sea útil.

Extenuación en Tarifa, agosto de 2014

Este migrante llegó exhausto al puerto de Tarifa y cayó al suelo. Los desembarcos se producen normalmente con la ayuda de la Guardia Civil y con voluntarios de la Cruz Roja. Los desembarcan, los ponen en un lado del puerto hasta que son atendidos uno a uno por la Cruz Roja, y les dan un kit de comida básico: galletas, zumo y agua. Algunos llegan tan mal que caen al suelo, como esta persona, bien por hipotermia o bien porque el cuerpo no les responde.

Después del viaje, Tarifa, junio de 2017

Vi dos fotos en una. Hay una foto donde el agente de la Guardia Civil está rescatando a un marroquí con la camiseta de la selección española, pero en el fondo vemos que Salvamento Marítimo ayuda a otro migrante a salir del barco. Suben a ayudar a los que están en peores condiciones. Los migrantes acostumbran a tener problemas sobre todo en las piernas; están agotados, no comen, no beben y se pueden tirar horas en el mar hasta que los rescatan. Marruecos y España tienen un acuerdo de devolución, así que cuando llegan marroquíes a costas españolas, acostumbran a ser devueltos con rapidez.

Puerto de Algeciras, junio de 2017

Esto es en el puerto de El Saladillo, en Algeciras. Hay unos migrantes que han sido rescatados por Salvamento Marítimo. Lo que busco en esta foto es el contraste entre ellos y el pescador. De alguna forma, es el Primer Mundo mirando al Tercer Mundo. Ahí todavía van con su ropa, pronto recibirán la de Cruz Roja. Aún no han pasado a disposición policial.

Pistas de pádel de Tarifa, agosto de 2014

Hubo un momento en 2014 en que empezaron a llegar personas y las autoridades no sabían dónde meterlas, como ahora. En un principio se habilitaron estas pistas de pádel, pero luego también se abrieron un polideportivo y las comisarías. Aquella vez se concentró todo en Tarifa. Para esta fotografía me subí a una escalera, con la intención de dar una idea de la gente que había allí metida, algo que no se podía hacer desde tierra al estar todo en el mismo plano. Puse la escalera contra los cristales de la pista de pádel y saqué la foto.

Polideportivo de Los Cortijillos, agosto de 2018

Esta foto es reciente. La saqué en Los Barrios, provincia de Cádiz. Los CIEs están llenos, como siempre, y en varios puntos de Andalucía se ha recurrido a los polideportivos, además de a una nave en Barbate cedida por un empresario, por ejemplo, u otras instalaciones como la de Chiclana. Este niño estaba en el polideportivo de Los Cortijillos, al que no nos dejaban acceder: por eso la fotografía está hecha a través de las rejas. Había niños jugando, pero él estaba triste. Se sentó y empezó a frotarse los ojos, a tocarse la cara. No se acercó ningún adulto. Algunas de las personas que viajaban con él me dijeron, al cabo de dos días, que el niño acabó en Mérida. Su madre en principio estaba con él, aunque yo no la vi.

Futbolín en Lepe, mayo de 2018

Aunque no lo parezca, esta foto está tomada al lado de un supermercado, en Lepe (provincia de Huelva). Es una especie de gueto: los migrantes no se sienten integrados en la sociedad onubense. De hecho, hay tiendas y bares específicamente para migrantes. Lo que se ve en la fotografía es un futbolín que alguien les había regalado para pasar el rato. Cuando fui a cubrir la situación allí, estaban trabajando con las fresas y los frutos rojos. Podía haber entre 600 y 700 personas, todas trabajando en el campo; sin luz, sin agua potable. Vivían en unas condiciones inhumanas. Hay gente que está fija, que lleva años trabajando en el campo, otras personas que son temporeras, que van por España dependiendo de la temporada de las aceitunas, las fresas…

Algunos de los que llevan años trabajando aquí llegaron tras saltar las vallas de Ceuta o Melilla o a través del mar.

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